15 enero 2010

Pío XII y los judíos: la verdad sin prejuicios

Hace días, el Papa firmó el decreto que reconoce las virtudes heroicas de sus antecesores Juan Pablo II y Pío XII, que pasaron a ser "venerables" en vía a su beatificación. 

Esa evaluación se da tras analizar con cuidado la vida a través de testigos y escritos, e implica "el testimonio de vida cristiana dado por la persona". El vocero de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, dijo que ello "no pretende en lo más mínimo limitar la discusión sobre las decisiones concretas realizadas por Pío XII en la situación en que se encontraba", en relación con actitudes del papa Pacelli en la Segunda Guerra, ante críticas surgidas en la comunidad judía. 

Pablo VI había abierto el proceso de beatificación de Pío XII y Juan XXIII en 1965. 

Cuando Pío XII murió, en 1958, la ministra de Relaciones Exteriores de Israel, Golda Meir, envió un telegrama al Vaticano en el que decía: "Cuando el martirio más espantoso golpeó a nuestro pueblo durante los diez años del terror nazi, la voz del Pontífice se elevó a favor de las víctimas. Lamentamos haber perdido un servidor de la paz". En 1955, la Orquesta Filarmónica de Israel tocó un concierto en el Vaticano, en signo de gratitud al Papa. 

En 1963, la obra teatral El vicario, de Rolf Hochhuth, alemán, introdujo la imagen de un papa frío y distante, en silencio insensible ante la persecución de los judíos. Ante ello, en 1966, Pinah Lapide, historiador que fue cónsul de Israel en Milán, se mostró sorprendido e indignado y estimó necesario ayudar a establecer la verdad. "Como miembro de la brigada judía que combatió en Italia, integré la delegación que en 1944 fue recibida por Pío XII para agradecerle su contribución para salvar las vidas de innumerables judíos."


En 2006, David Dalin, rabino, presentó su libro El mito del papa de Hitler. Cómo Pío XII salvó a judíos de los nazis. El año último, Paolo Mieli, director del Corriere della Sera e historiador, invitó a buscar la verdad honestamente, sin actitud prejuiciosa. Dijo: "Sinceramente, esa parte de sangre judía que corre por mis venas me hace preferir un papa que ayuda a mis correligionarios a sobrevivir, más que uno que realiza un gesto demostrativo". 

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