Faraónico como sabe ser, el presidente Alan García
anunció el último sábado la construcción del “Gran Teatro Nacional”, en
el vértice del Museo de la Nación, en el lugar que ha servido para
recientes ferias de libros y otras actividades culturales (regularmente
ignoradas en el discurso oficial) y dijo que ha venido madurando el
proyecto desde hace algunos años para lo que ha formado un patronato de
empresas privadas porque, como se sabe, el Estado no tiene nunca dinero
para la inversión cultural, por más cerca que nos hallemos de alcanzar
el primer mundo.
“Seguramente (el teatro) será admiración de muchos otros, porque Lima, y me empeño en eso, con su Tren Eléctrico, con su Costa Verde, su Gran Teatro Nacional tiene que ser, como debió ser siempre, la capital del Pacífico de América”, indicó García.
Lo que, sin embargo, no ha tomado en cuenta el mandatario es que desde hace 11 años hay otro teatro que está esperando ser reconstruido, y que increíblemente sigue suscitando licitaciones públicas por muchos millones de soles, sin que se sepa cuándo terminarán las obras. Nos referimos al Teatro Municipal de Lima, primera sala artística del país, destruido por un incendio el 2 de agosto de 1998.
“Mi sueño es que envidien al Perú, envidien a Lima y que vean nuevamente la gran capital del Pacífico americano en esta ciudad”, ha dicho García. Para que se vea que el caso del sur chico no es el único de promesas incumplidas de reconstrucción, habrá que recordar las promesas de varios alcaldes y presidentes de reconstruir el edificio emblemático del Teatro Municipal en el más corto tiempo posible, los ofrecimientos de ayuda de organismos internacionales y gobiernos extranjeros -España destinó un fondo de donación de 30 millones de dólares, que se perdió sin ser utilizado- y que hubo intereses en juego para manejar los recursos.
El último fin de semana, el presidente García precisó que “el Gran Teatro Nacional será un espacio cultural multipropósito, que no será utilizado solo para óperas, sino que también se darán conciertos sinfónicos, filarmónicos y otras representaciones como música folclórica, música popular, espectáculos de danza clásica, contemporánea, montajes experimentales, festivales de artes escénicas, congresos y workshops (…) la construcción de este centro cultural no se detendrá y seguirá siendo impulsada no sólo con el aporte del Estado, sino también del sector privado”.
Sin embargo, el resultado y la experiencia es que el país ha sido incapaz ante los ojos del mundo de rehabilitar uno de nuestros principales monumentos al arte, lo que debería haber sido un paso anterior al inicio de cualquier otra obra.
“Seguramente (el teatro) será admiración de muchos otros, porque Lima, y me empeño en eso, con su Tren Eléctrico, con su Costa Verde, su Gran Teatro Nacional tiene que ser, como debió ser siempre, la capital del Pacífico de América”, indicó García.
Lo que, sin embargo, no ha tomado en cuenta el mandatario es que desde hace 11 años hay otro teatro que está esperando ser reconstruido, y que increíblemente sigue suscitando licitaciones públicas por muchos millones de soles, sin que se sepa cuándo terminarán las obras. Nos referimos al Teatro Municipal de Lima, primera sala artística del país, destruido por un incendio el 2 de agosto de 1998.
“Mi sueño es que envidien al Perú, envidien a Lima y que vean nuevamente la gran capital del Pacífico americano en esta ciudad”, ha dicho García. Para que se vea que el caso del sur chico no es el único de promesas incumplidas de reconstrucción, habrá que recordar las promesas de varios alcaldes y presidentes de reconstruir el edificio emblemático del Teatro Municipal en el más corto tiempo posible, los ofrecimientos de ayuda de organismos internacionales y gobiernos extranjeros -España destinó un fondo de donación de 30 millones de dólares, que se perdió sin ser utilizado- y que hubo intereses en juego para manejar los recursos.
El último fin de semana, el presidente García precisó que “el Gran Teatro Nacional será un espacio cultural multipropósito, que no será utilizado solo para óperas, sino que también se darán conciertos sinfónicos, filarmónicos y otras representaciones como música folclórica, música popular, espectáculos de danza clásica, contemporánea, montajes experimentales, festivales de artes escénicas, congresos y workshops (…) la construcción de este centro cultural no se detendrá y seguirá siendo impulsada no sólo con el aporte del Estado, sino también del sector privado”.
Sin embargo, el resultado y la experiencia es que el país ha sido incapaz ante los ojos del mundo de rehabilitar uno de nuestros principales monumentos al arte, lo que debería haber sido un paso anterior al inicio de cualquier otra obra.
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