Abraham Zamorano
BBC Mundo
Los recientes enfrentamientos entre los
habitantes del Sahara Occidental y las fuerzas policiales de Marruecos
vuelven a colocar en la agenda internacional un conflicto enquistado por
más de tres décadas y para muchos olvidado.
La región se encuentra militarizada actualmente
por tropas marroquíes después de que el lunes se diesen los peores
hechos de violencia en años entre las partes.
La entrada de efectivos marroquíes a un
campamento de protesta instalado a las afueras de El Aaiún, capital del
Sahara Occidental, desató una ola de protestas y disturbios cuyo balance
de víctimas es imposible corroborar por la ausencia de observadores
imparciales.
Los propios saharauis denuncian la muerte once
personas. Por su parte, Rabat asegura que seis oficiales cayeron
víctimas de los disturbios.
El conflicto podría llegar a amenazar la
estabilidad del Magreb: observa con lupa Argelia, cuyas relaciones con
Marruecos son como mínimo difíciles –la frontera que comparten sigue
siendo prácticamente impermeable–.
También divide a la Unión Europea: España es
claramente prosaharaui –este es uno de los pocos temas que no divide a
la izquierda y la derecha–; mientras Francia sobresale entre los que más
simpatizan con las aspiraciones de Marruecos.
Todos miran a la ONU
Los disturbios coinciden con una nueva ronda de
negociaciones en Nueva York, bajo el auspicio de Naciones Unidas entre
el gobierno de Marruecos, que reclama el territorio como región
autonómica, y el Frente Polisario, organización que lucha por la
independencia.
Sin embargo, el encuentro terminó el martes en
la noche con un único acuerdo: ambas partes rechazaron la propuesta del
otro, dejando las conversaciones aún estancadas.
La intervención de las fuerzas marroquiés despertó numerosas concentraciones de protesta en España.
Y es hacia la ONU hacia donde parecen mirar
todos. La responsable de Política Exterior de la Unión Europea,
Catherine Ashton, tras reconocer los "diferentes puntos de vista" que
existen en su organización ante un conflicto que calificó de
"complicado", pidió la intervención del Consejo de Seguridad.
En España, numerosas voces reclaman al gobierno
firmeza en la defensa del pueblo saharaui. Sin embargo, la ministra de
Exteriores, Trinidad Jiménez, se pronunció en el mismo sentido que
Ashton al pedir una reunión del Consejo de Seguridad para estudiar el
asunto.
El ministro de la Presidencia español, Ramón
Jáuregui, defendió el "papel limitado" que puede asumir su Gobierno.
"España trabaja para que fructifiquen las reuniones de Nueva York",
dijo.
Tras expresar su solidaridad con el pueblo
saharaui y reconocer la responsabilidad histórica española en el
problema, Jáuregui recordó los "compromisos internacionales importantes
con Marruecos".
"Se están jugando intereses muy importantes de
seguridad y en muchísimos planos. España tiene que ser un país
prudente", señaló el ministro en entrevista con la radio pública
española.
¿De dónde viene el problema?
El Sahara Occidental es una excolonia de España, que abandonó la región en 1975, situada en la costa oeste de África.
De casi 270.000 kilómetros cuadrados, es una
zona muy rica en recursos como el fosfato. Cuenta además en sus aguas
con el banco pesquero más importante del mundo.
El conflicto surgió con la descolonización en
1975. El gobierno del general Francisco Franco, presionado por numerosas
resoluciones de la ONU y el propio Frente Polisario, reconoció el
derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
Los marroquíes defienden su derecho soberano sobre los terriotorios del Sahara Occidental.
Sin embargo, con Franco moribundo y numerosos
problemas internos, España se retiró ante la "Marcha Verde": 350.000
marroquíes que cruzaron la frontera. Desde entonces numerosos colonos
marroquíes se han instalado en la región.
Unos 200.000 saharauis huyeron hacia Tindouf, en
pleno desierto de Argelia, donde muchos permanecen acampados. Se niegan
a la construcción de una ciudad, lo que creen que simbólicamente
demostraría que reconocen que su situación no es provisional.
En 1985, el comité de descolonización de Naciones Unidas reconoció el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.
El Plan Baker
En 2003, una resolución de Naciones Unidas
estableció que el Sahara permaneciera gestionada transitoriamente como
región autónoma de Marruecos durante cinco años, plazo que dio para la
celebración del referéndum de autodeterminación: el llamado Plan Baker.
El plan jamás se implementó y el enviado especial de la ONU, James Baker, renunció a su cargo poco después.
"Caso de que algún día se pongan de acuerdo en
el censo, cosa que no va a ocurrir, si ganara Marruecos, la
deslegitimación internacional diría que está trucado. Y si lo ganaran
los saharauis, nunca lo aceptaría Marruecos". Ese fue el diagnóstico que
hizo el año pasado el expresidente español Felipe González en un foro
sobre el conflicto.
Se trata de un planteamiento pesimista, pero
pronunciarse en otro sentido no conseguiría más que un desmentido por
parte de la cruda realidad. No parece haber alternativas realistas. Ni
siquiera con la última ronda de negociaciones entre Marruecos y el
Frente Polisario en Nueva York.
El campamento saharaui asaltado por la policía protestaba para exigir mejores condiciones de vida.