20 enero 2010

Sandro: el cantante de todos

Fueron 45 días de espera, de una batalla con victorias sutiles y retrocesos parciales contra una enfermedad que lo aquejó por más de una década. Hasta que el cuerpo dijo "basta", y la voz de Sandro se apagó.

El cantante argentino Roberto Sánchez –tal su nombre real- murió a los 64 años víctima de un enfisema pulmonar crónico, apenas unas horas después de que los médicos anunciaran su estado "crítico".

Sandro había recibido un complejo trasplante cardiopulmonar y, contra todos los pronósticos, logró reponerse a varias recaídas durante las seis semanas que estuvo internado en un hospital de la provincia de Mendoza, en el oeste de Argentina. Tanto, que él y sus fans se habían atrevido a soñar con la posibilidad de un nuevo concierto.
Sandro.
Sandro había recibido hace apenas seis semanas un complejo trasplante cardiopulmonar.

Pero poco apoco su salud fue desmejorando y fue sometido a sucesivas intervenciones. La última, horas antes de su muerte. 





Tras difundirse el parte médico de su deceso, las escenas de dolor se repitieron frente al centro médico mendocino y en la puerta de su casa, en el barrio bonaerense de Banfield. Por allí desfilaron cientos de seguidores, en su mayoría mujeres: sus "chicas", como él mismo las llamaba, dejaron flores y velas, irrumpieron en aplausos y entonaron, espontáneas y desafinadas, algunas de las canciones que El Gitano hizo famosas.

"¿Quién no conoce Rosa, Rosa, o Quiero llenarme de tí, o Dame fuego, o Tengo, o…?", enumera, y sigue, Rosa, de 36 años y vecina del hombre. Rosa es Rosa por aquella canción y fan obligada porque, según cuenta a BBC Mundo, su madre la despertaba de niña con los discos de acetato que ella heredó y que algún día legará a su hija.
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Popular

Es que Sandro, como pocas figuras del ambiente artístico argentino de hoy, fue un cantante de todos. Incluso de aquellos que no gustaron particularmente de su estilo.
Se murió Gardel. Es como Gardel, de su talla, de su carisma.
Mirtha Legrand, popular conductora de televisión y amiga personal del cantante.

Sus baladas románticas y sus canciones sutilmente rockeras son parte de ese repertorio popular que casi ningún argentino puede ignorar. Eso, y su imagen de Gitano carismático, estrepitoso, de bata roja y voz sensual.

Y después está Sandro, el hombre: a la hora de la despedida, sus colegas artistas elogiaron su sentido del humor, su optimismo, su estoicismo ante la enfermedad y la entrega desmedida a sus fans. Y, dicen los que lo conocieron, los elogios están lejos de ser un discurso vacío de pompa y circunstancia.

"Se murió Gardel. Es como Gardel, de su talla, de su carisma", expresó la popular conductora televisa Mirtha Legrand, amiga personal del cantante.

Conquistador de América

Sandro coleccionó récords que quizá le importaron poco, pero que todos citarán a la hora de medir el impacto de su muerte.

En cuatro décadas sobre el escenario grabó 52 álbumes. Vendió por lo menos 8 millones de copias, aunque muchos estiman que podrían ser tres veces más. Filmó películas que retroalimentaron su éxito musical, en las que compartió cartel con las mujeres hot de la época. 

Ganó el Festival de la canción de Viña del Mar en 1968, que le abrió las fronteras a su música. Y fue el primer latino en agotar las boletas del Madison Square Garden de Nueva York, en 1970 y en un evento televisado que disparó su fama en todo el continente.

Sandro se convirtió así en "Sandro de América", y sus giras lo llevaron por casi todas las capitales latinoamericanas.

"Sandro no murió, porque hay material para disfrutar de él por muchos años. Sandro vive y vivirá, el que falleció es Roberto Sánchez. Lo que nos dejó es de una envergadura que pocos músicos argentinos podrán equiparar", dice a BBC Mundo el conductor radial Roberto Defazio, quien desde 2000 presenta "A todo Sandro", un programa sabatino dedicado al artista.

La adicción

Hay, en cambio, otro récord que pocos querrían contabilizar: el de los 80 cigarrillos diarios que se dice consumió sin pausa durante décadas porque, total, no le dañaban la voz.

Comenzó a fumar a los 13 y, en unos de sus shows más recientes, debió cantar con un dispositivo de oxígeno instalado en el micrófono para remediar lo que sus pulmones ya no podían hacer por él. Recientemente, el artista reconoció que su estado de salud, muy deteriorado para su edad, era consecuencia directa del maltrato que él mismo había infligido a su cuerpo.

Durante su enfermedad, y a la espera del corazón y los pulmones que necesitaba para seguir con vida, su figura sirvió para impulsar una campaña masiva de concientización sobre la donación de órganos.

Desde abril de 2008, el artista estaba en la lista de espera del Instituto Nacional Central Coordinador de Ablación e Implante (Incucai). Los órganos llegaron, y la crucial intervención se llevó a cabo el 20 de noviembre de 2009.

"Logramos el objetivo que queríamos, que era que aparecieran los órganos. Pero todos sabíamos que era muy difícil, fue su batalla más dura y la perdió", agrega Defazio, quien desde su programa se encargó de promover la donación.

Elvis criollo

Sandro, como pocos, no será un héroe construido post-mórtem: el artista vivió sabiéndose mito. Él decía que Roberto Sánchez había inventado a Sandro. Que es lo mismo que decir que se había inventado a sí mismo.
Sandro no murió, porque hay material para disfrutar de él por muchos años. Sandro vive y vivirá, el que falleció es Roberto Sánchez. Lo que nos dejó es de una envergadura que pocos músicos argentinos podrán equiparar.
Roberto Defazio, conductor radial.

Nacido en 1945 y criado en un suburbio bonaerense, Sandro reivindicó siempre su origen humilde. De chico decía que quería ser famoso, y ensayaba garabatos para fans invisibles que venían a pedirle autógrafos a sus conciertos imaginarios.

La historia, ya mítica, cuenta que fue casi por azar que comenzó a cantar: ocurrió cuando, a principios de los años 60, el líder de la banda "Los de Fuego" se quedó sin voz en pleno show. Sandro, que era el guitarrista de la agrupación, dio un paso al frente y se animó al micrófono.

El camino no fue fácil y el éxito se hizo rogar. Pero cuando el escenario se hizo costumbre, él puso su sello a sus actuaciones: los movimientos pélvicos, provocadores e ingenuos a la vez, casi irónicos, cinematográficos, a tono con sus labios carnosos y su pelo negro peinado de jopo. Así se construyó el Elvis argentino.

Aunque venía del mundo del rock & roll, y de frecuentar a la bohemia de la mítica Cueva en la que se forjaron éxitos rockeros "a la argentina", de a poco El Gitano –como lo apodaban- fue encontrando su estilo: el de las baladas hechas a la medida de su voz y su carisma.

Por ese camino transitó desde su primer disco solista en tono romántico, Alma y Fuego (1966). Todo lo demás es historia conocida, a fuerza de éxitos pegadizos repetidos por generaciones. 

Poco se conoció, en cambio, de su vida privada, que él custodiaba con celo. "Afuera soy Sandro, pero en mi casa soy Roberto Sánchez", solía decir.

Se supo, sí, que estuvo 20 años en pareja con una mujer llamada María Elena, de quien se separó en 2005 sin haber tenido hijos.

El 2007, a los 61 años, el Gitano deseado por las mujeres dio por primera vez el "sí": se casó con Olga Garaventa, la ex secretaria de su manager, quien lo acompañó hasta el final.
http://www.bbc.co.uk/mundo/cultura_sociedad/2010/01/100104_0339_sandro-obituario_gz.shtml 

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