Por Javier Diez canseco
Alan García indultó, por razones “humanitarias”, a José Enrique
Crousillat. Entre 300 expedientes de indulto, escogió a un mafioso que
manejó la TV al servicio del corrupto y criminal régimen fujimorista a
cambio de gruesos fajos de billetes puestos en la mesa de la salita del
SIN. Todos lo vimos en un vladivideo, conocido en marzo del 2001, luego
de la fuga de Fujimori.
Crousillat e hijo vendieron la línea informativa, demolieron –moral y
políticamente– a quienes enfrentamos al fujimorismo, promovieron
psicosociales a cambio de millones de dólares de la caja negra estatal
que manejó el fujimonteCinismo. Una larga y costosa extradición desde la
Argentina (donde fugaron y se vacilaron, protegidos por Palito Ortega, y
fueron detenidos en enero del 2005 huyendo a Chile) permitió juzgarlos y
condenarlos a ocho años de cárcel. Los Crousillat cobraron S/. 69
millones de soles ilegalmente, nada menos, por cerrar programas de
periodismo de investigación, despedir periodistas críticos, cerrar las
puertas a Hildebrandt y abrirlas a las Laura Bozzo, locutoras de
psicosociales de la cleptocracia que manejaba el país y manipulaba la
opinión pública.
Crousillat transfirió “su” licencia televisiva a sus hijitas (cuando
la ley establece que es nulo e ilegal encubrir o proteger los bienes de
un delincuente sometido a la justicia para impedir resarcir a las
víctimas) y el Estado lo aceptó, en lugar de retirársela y licitarla o
convertirla en un canal público y educativo. El gobierno de Toledo, como
lo hizo con otros mafiosos como Schultz (prófugo en Suiza y en control
de Panamericana TV “recuperada” del angelito Genaro Delgado Parker),
dejó intocado un sistema corrupto que mintió y manoseó la libertad de
prensa al servicio de la cleptocracia y de sus propios bolsillos. Toledo
vaciló al inicio de su gobierno y, gracias a la maniobra de su primer
ministro que filtró la información, no se atrevió a cancelar y licitar
licencias cuyos titulares habían violado la ley de telecomunicaciones y
la ley penal, atropellando los derechos de los peruanos.
García pactó con ellos antes de hacerse de la presidencia. Amoral en
esencia, buscó el favor de los medios. Los atrajo con favores y la
millonaria campaña “El Perú avanza”. Antes de indultar a papá
Crousillat, tenía en planilla del Canal 7 a su hijita Marisol
Crousillat. Humanista, conmovido por la edad de “papito”, su
“sufrimiento” y riesgo en una clínica privada de lujo donde estuvo desde
que llegó (no un penal), su “cardiopatía y presión alta incontrolada”,
lo indultó. ¿Pagó el multimillonario los 80 millones de soles de
reparación civil al Estado? ¿Y los US $100 millones de deudas que llevó a
Indecopi a declarar TV4 insolvente? No.
Burlándose de todos, salió al día siguiente a su casa, “gravísimo” y
sin pagar nada. Sus voceros anuncian que se irá de inmediato a Argentina
a atender sus negocios y a su familia. ¿Humanitario o billetario?
Muchos dudan, salvo Bruce (¿Toledo?) y Abugattás (PNP), que avalan el
indulto humanitario. Pero es ingenuo no ver otro trasfondo al
atrevimiento de García, su burla al país al dar patente de corso a la
corrupción y reciclar a la delincuencia fujimorista. ¿No es un indulto
societario y político? Un paso –como el fallo del TC apristón liberando
de juicio por enriquecimiento ilícito y desnivel patrimonial al
fujimorista Gral. Chacón– que prepara el camino para un indulto
“humanitario” a Fujimori, único punto del programa electoral de Keiko
para el 2011.
Lo ocurrido es un cimiento de la alianza de la derecha y los
corruptos para garantizar el continuismo del régimen económico
neoliberal e injusto y de la desgracia política y corruptela que
sufrimos en el gobierno y el Congreso: un entendimiento APRA-Fujimori-UN
y la derecha empresarial para cerrarle el paso al cambio que el país
anhela. Pronto veremos el fallo final contra Fujimori y si le dan más
beneficios penitenciarios, y, no muy lejos, las jugadas al 2011.
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