Conmovida hasta los cimientos por los escándalos de abusos sexuales en
las últimas cuatro décadas, las cumbres de la Iglesia de Irlanda fueron
convocadas a un encuentro con el Papa el viernes en el Palacio
Apostólico después que se conoció el "informe Murphy", resultado de la
investigación de una comisión independiente, esta vez en la
arquidiócesis de Dublin, agregando horrores por la acción de sacerdotes
que cometieron numerosos abusos sexuales sobre niños y apenas
adolescentes.
El Papa se mostró "conmovido y avergonzado" y dijo que los culpables pagarán lo que han hecho. Los casos de abusos sexuales han sido miles en Irlanda.
El portavoz de Benedicto XVI, padre Federico Lombardi, dijo que ante el Papa se presentaron para tratar "la dolorosa situación de la iglesia irlandesa" el cardenal primado Sean Brady, presidente de la Conferencia Episcopal nacional, y el arzobispo de la capital, Dublin, monseñor Diarmuid Martin.
El pontífice decidió escribir una carta a los fieles y deslizó una fuerte crítica a la acción de los líderes de la Iglesia irlandesa, a los que les espera "la responsabilidad última de la cura pastoral de los niños".
El informe de la comisión presidida por la juez Ivonne Murphy, investigó durante seis años la arquidiócesis metropolitana. En mayo se había conocido el "informe Ryan" que reveló que prácticamente los abusos de menores eran endémicas en Irlanda. Un sacerdote confesó haber abusado, durante un cuarto de siglo, a un menor "cada dos semanas". Los curas abusadores contaban con la voluntad de los obispos de ocultar los hechos para "salvar el prestigio de la Iglesia" y la complicidad del Estado irlandés, que ahora acusa al Vaticano de no haber colaborado con las investigaciones.
El informe Murphy señaló a varios episcopales como encubridores. Uno de ellos, el obispo de Limerick, monseñor Donald Murray, fue obligado a renunciar el lunes pasado, aunque su dimisión no ha sido hecha pública aún, señalaron algunas fuentes. Murray fue acusado de haber buscado "evitar los escándalos" transfiriendo y no castigando a varios curas de su diócesis, en lugar de proteger ante todo a las víctimas y denunciar a los culpables a la justicia.
"Si hubo errores de nuestra parte también nos disculpamos de eso, pero no hubo por nuestra parte intención de no cooperar con la Comisión", dijo el nuncio apostólico, monseñor Leanza, tras los reproches por parte de los investigadores independientes y el canciller irlandés.
El texto del informe Murphy acusa de abusos sexuales a numerosos sacerdotes, de los cuales 11 ya están en la cárcel. Otros están siendo procesados.
Las autoridades de la Comisión investigaron denuncias de 450 personas presentadas contra 46 sacerdotes entre 1975 y 2004. También presentaron pruebas de voluntad de ocultamiento contra 19 miembros de la jerarquía católica, entre ellos el cardenal Desmond Connell.
Otro obispo, monseñor John Magee, secretario personal de Juan Pablo I y después promovido a la conducción de la diócesis de Cloyne, debió renunciar en marzo último por no haber actuado contra curas pedófilos con rapidez y energía como disponen las nuevas normas vaticanas.
Los informes han conmovido profundamente a los irlandeses y han causado una crisis de confianza con la Iglesia en el que era considerado el país más católico de Europa.
El Papa se mostró "conmovido y avergonzado" y dijo que los culpables pagarán lo que han hecho. Los casos de abusos sexuales han sido miles en Irlanda.
El portavoz de Benedicto XVI, padre Federico Lombardi, dijo que ante el Papa se presentaron para tratar "la dolorosa situación de la iglesia irlandesa" el cardenal primado Sean Brady, presidente de la Conferencia Episcopal nacional, y el arzobispo de la capital, Dublin, monseñor Diarmuid Martin.
El pontífice decidió escribir una carta a los fieles y deslizó una fuerte crítica a la acción de los líderes de la Iglesia irlandesa, a los que les espera "la responsabilidad última de la cura pastoral de los niños".
El informe de la comisión presidida por la juez Ivonne Murphy, investigó durante seis años la arquidiócesis metropolitana. En mayo se había conocido el "informe Ryan" que reveló que prácticamente los abusos de menores eran endémicas en Irlanda. Un sacerdote confesó haber abusado, durante un cuarto de siglo, a un menor "cada dos semanas". Los curas abusadores contaban con la voluntad de los obispos de ocultar los hechos para "salvar el prestigio de la Iglesia" y la complicidad del Estado irlandés, que ahora acusa al Vaticano de no haber colaborado con las investigaciones.
El informe Murphy señaló a varios episcopales como encubridores. Uno de ellos, el obispo de Limerick, monseñor Donald Murray, fue obligado a renunciar el lunes pasado, aunque su dimisión no ha sido hecha pública aún, señalaron algunas fuentes. Murray fue acusado de haber buscado "evitar los escándalos" transfiriendo y no castigando a varios curas de su diócesis, en lugar de proteger ante todo a las víctimas y denunciar a los culpables a la justicia.
"Si hubo errores de nuestra parte también nos disculpamos de eso, pero no hubo por nuestra parte intención de no cooperar con la Comisión", dijo el nuncio apostólico, monseñor Leanza, tras los reproches por parte de los investigadores independientes y el canciller irlandés.
El texto del informe Murphy acusa de abusos sexuales a numerosos sacerdotes, de los cuales 11 ya están en la cárcel. Otros están siendo procesados.
Las autoridades de la Comisión investigaron denuncias de 450 personas presentadas contra 46 sacerdotes entre 1975 y 2004. También presentaron pruebas de voluntad de ocultamiento contra 19 miembros de la jerarquía católica, entre ellos el cardenal Desmond Connell.
Otro obispo, monseñor John Magee, secretario personal de Juan Pablo I y después promovido a la conducción de la diócesis de Cloyne, debió renunciar en marzo último por no haber actuado contra curas pedófilos con rapidez y energía como disponen las nuevas normas vaticanas.
Los informes han conmovido profundamente a los irlandeses y han causado una crisis de confianza con la Iglesia en el que era considerado el país más católico de Europa.
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