La cumbre de EE UU y China demuestra que tienen en sus manos la
solución para muchos problemas mundiales, desde la economía al cambio
climático y la seguridad
Barack Obama y Hu Jintao recurrieron ayer a gastados clichés sobre la cooperación para certificar un hecho indiscutible, que el mundo vuelve a ser bipolar y que Estados Unidos y China tienen entre sus manos la solución para la mayor parte de los problemas internacionales, desde la economía al cambio climático pasando por las principales amenazas contra la seguridad. Aceptado eso, los dos presidentes exhibieron también la dimensión de los obstáculos existentes para conseguir la amistad que pretenden.
Obama y Hu comparecieron juntos ante los periodistas después de
varias horas de discusiones en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín, pero
hicieron declaraciones separadas y no admitieron preguntas.
Manifestaron su preocupación compartida sobre la proliferación nuclear,
pero no coincidieron en la aplicación de sanciones a Irán. Declararon su
voluntad de defender el medio ambiente, pero no ofrecieron soluciones
claras para salvar la cumbre de Copenhague. Reconocieron la necesidad de
seguir actuando contra la crisis económica, pero ofrecieron recetas
distintas al respecto. Se prometieron respeto mutuo, pero Obama recordó
que ningún país puede conculcar los derechos humanos.
Desde el
punto de vista de resultados concretos, por tanto, la cumbre fue un
fracaso. El único acuerdo preciso que puede citarse es el de la creación
de un centro para la investigación de energías no contaminantes con el
que los dos países tratan de compensar su incapacidad para comprometerse
a una reducción exigente de emisión de gases.
Pero, como declaró
Obama después de la cumbre, "las relaciones entre nuestras dos naciones
van mucho más allá de un asunto concreto". Y, en ese sentido, la reunión
de ayer fue quizá la primera en la que la mayor potencia existente y la
mayor potencia emergente trazan juntas un dibujo de la situación del
mundo.
"China y Estados Unidos comparten amplios intereses comunes
y una amplia perspectiva de cooperación sobre una serie de grandes
asuntos importantes para la paz, la estabilidad y el desarrollo de la
humanidad", afirmó Hu.
La gran aportación de la reunión es el
reconocimiento mutuo de que, pese a todas sus diferencias, ambos países
están condenados a entenderse. "No creo que el éxito de uno deba
producirse a costa del otro", manifestó Obama. Con ese propósito,
acordaron celebrar el próximo verano una segunda ronda del diálogo
estratégico inaugurado este año en Washington y que puede convertirse en
el foro en el que, periódicamente, ambas naciones repasen la agenda
común. Como se dijo en su nacimiento, ese foro es el G-2, el verdadero
centro de decisión mundial.
La cumbre de ayer, que continuará hoy
con una entrevista entre Obama y el primer ministro chino, Wen Jiabao,
puso también en evidencia las enormes complicaciones que esa agenda
contiene. Antes que nada, la propia convivencia entre dos sistemas
políticos contrarios, perfectamente simbolizados por dos dirigentes
políticos que, por personalidad y estilo, son el sol y la sombra.
Obama
fue ayer más lejos de lo que se esperaba en la denuncia de las
carencias democráticas de China, a cuyo Gobierno reclamó "derechos que
deben estar al alcance de todos los pueblos, de todas las minorías
étnicas y religiosas". Los más veteranos no recuerdan palabras similares
pronunciadas en tan noble escenario y con la televisión nacional en
directo. "Es la discusión más franca sobre derechos humanos que he visto
en muchos años de experiencia en este asunto", afirmó ayer el
responsable de Asia en el Consejo Nacional de Seguridad, Jeffrey Bader.
Particularmente
chocante resultó la alusión por su nombre del presidente estadounidense
a la región del Tíbet y al Dalai Lama. Obama pidió públicamente a Hu el
restablecimiento del diálogo con el líder religioso tibetano para
buscar una solución pacífica al diferendo sobre ese territorio. La otra
palabra clave para Obama en esta visita era "empleos". Por trascendental
que resulte esta gira, la única manera de rentabilizarla políticamente
en casa es vincularla a la mayor preocupación estadounidense en la
actualidad: un 10,3% de paro.
El presidente norteamericano abogó
por una estrategia en la que Estados Unidos gaste menos, ahorre más y,
por tanto, consiga a largo plazo reducir la deuda que tanto preocupa a
Pekín. A cambio, China tiene que revaluar su moneda y hacer los ajustes
adecuados para acelerar el consumo interno. "Esto conducirá a un aumento
de las exportaciones estadounidenses y del empleo, al tiempo que
permitirá elevar los niveles de vida en China", afirmó Obama. Por su
parte, Hu reiteró su advertencia contra el proteccionismo "en todas sus
manifestaciones y con la mayor determinación".
El presidente chino
se sumó a la presión sobre Irán para que haga accesible su programa
nuclear a la inspección internacional con objeto de demostrar que su fin
es exclusivamente pacífico. Pero, mientras Obama dijo que, en el caso
de que no se alcance un acuerdo con Irán "habrá consecuencias", Hu se
limitó a declarar que "es importante resolver este problema a través del
diálogo y la negociación".
Los dos presidentes coincidieron en
coordinar su actuación para asegurar la existencia de una península de
Corea desnuclearizada, y apoyaron tanto la reanudación de las
conversaciones que se siguen con el régimen de Pyongyang a través del
foro de seis naciones como un posible diálogo directo entre EE UU y
Corea del Norte.
La cumbre de ayer intentó también levantar las
expectativas ante la conferencia sobre el clima de Copenhague, después
de que el pasado fin de semana, los países de la Asociación
Asia-Pacífico (APEC), reunidos en Singapur, declararan que era imposible
conseguir acuerdos legalmente vinculantes en esa reunión, prevista para
diciembre.
"Los dos presidentes se han comprometido a respaldar
en Copenhague un acuerdo políticamente vinculante y a seguir negociando
para hacerlo legalmente vinculante", declaró Michael Froman,
viceconsejero nacional de seguridad.
Obama y Hu, así como
delegaciones de los dos países, van a seguir en los próximos días en
estrecho contacto en busca de una manera de salvar Copenhague. El
diálogo entre Pekín y Washington sobre múltiples asuntos será un hábito
constante a partir de ahora, aseguraron ayer portavoces norteamericanos.
Un nuevo teléfono rojo será instalado en la Casa Blanca.
Cuatro décadas de deshielo
- 1972: Richard Nixon es el primer presidente de EE UU en viajar a
China. Él y Mao forman una alianza para contrarrestar la amenaza
soviética.
- 1979: China y EE UU establecen relaciones diplomáticas después de que Washington rompiera sus lazos con Taiwan. El líder chino Deng Xiaoping visita EE UU y se sorprende de la distancia económica entre los dos países.
- 1989: La represión china de las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmen aleja a Washington de Pekín. El presidente George Bush autoriza sanciones, pero intenta mantener las vías de diálogo.
- 1995-1996: La crispación aumenta tras la visita del presidente taiwanés a EE UU, autorizada por Bill Clinton. China responde realizando pruebas nucleares cerca de Taiwan.
- 1999: Los bombarderos de EE UU destruyen la Embajada china en Belgrado durante la ofensiva de la OTAN en Yugoslavia. China sostiene que el ataque fue intencionado.
- 2000: EE UU normaliza sus relaciones comerciales con China al respaldar la entrada del país asiático en la OMC.
- 2001: Un incidente aéreo eleva la tensión con la nueva Administración de George W. Bush. Pekín retuvo durante 11 días a los 24 tripulantes de un avión de reconocimiento que se adentró en su territorio. Después del 11-S, China expresa su apoyo a EE UU y abre la puerta a una mejora de las relaciones.
- 2003: Pekín y EE UU participan en la primera ronda de conversaciones a seis bandas para poner fin al programa de armas nucleares norcoreano.
- 2008: China supera a Japón como el mayor tenedor de deuda de EE UU, prueba de los crecientes lazos económicos.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Obama/Hu/crean/nueva/era/bipolar/elpepiint/20091118elpepiint_1/Tes
- 1979: China y EE UU establecen relaciones diplomáticas después de que Washington rompiera sus lazos con Taiwan. El líder chino Deng Xiaoping visita EE UU y se sorprende de la distancia económica entre los dos países.
- 1989: La represión china de las protestas estudiantiles en la plaza de Tiananmen aleja a Washington de Pekín. El presidente George Bush autoriza sanciones, pero intenta mantener las vías de diálogo.
- 1995-1996: La crispación aumenta tras la visita del presidente taiwanés a EE UU, autorizada por Bill Clinton. China responde realizando pruebas nucleares cerca de Taiwan.
- 1999: Los bombarderos de EE UU destruyen la Embajada china en Belgrado durante la ofensiva de la OTAN en Yugoslavia. China sostiene que el ataque fue intencionado.
- 2000: EE UU normaliza sus relaciones comerciales con China al respaldar la entrada del país asiático en la OMC.
- 2001: Un incidente aéreo eleva la tensión con la nueva Administración de George W. Bush. Pekín retuvo durante 11 días a los 24 tripulantes de un avión de reconocimiento que se adentró en su territorio. Después del 11-S, China expresa su apoyo a EE UU y abre la puerta a una mejora de las relaciones.
- 2003: Pekín y EE UU participan en la primera ronda de conversaciones a seis bandas para poner fin al programa de armas nucleares norcoreano.
- 2008: China supera a Japón como el mayor tenedor de deuda de EE UU, prueba de los crecientes lazos económicos.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Obama/Hu/crean/nueva/era/bipolar/elpepiint/20091118elpepiint_1/Tes
No hay comentarios:
Publicar un comentario