Teherán acusa a Occidente de estar detrás del atentado contra los 'pasdaran'
Las autoridades iraníes clamaron ayer venganza por el atentado del domingo contra la Guardia Revolucionaria, que causó 42 muertos, y prometieron "castigar" a las potencias occidentales, a quienes responsabilizan de estar detrás del ataque. Las acusaciones ensombrecieron las esperanzas de un acuerdo el mismo día que se reanudaban las conversaciones en Viena para que Irán acepte el enriquecimiento de uranio por un tercer país. Teherán advirtió que en caso de que fracase la negociación, continuará con el enriquecimiento por sus propios medios.
Horas después de que los medios oficiales iraníes informaran de que la guerrilla suní Jundollah (Soldados de Dios) había reivindicado el atentado, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, acusó en Teherán a los "Gobiernos arrogantes", un término que utiliza habitualmente para referirse a Estados Unidos. Jamenei dijo que Irán castigará a los terroristas responsables del ataque, en su primer comentario en público sobre el atentado más sangriento en territorio iraní desde la guerra que libró Irán contra Irak entre 1980 y 1988.
El jefe de los Guardianes de la Revolución, Mohamed Alí Jafari, dijo que disponía de documentos que mostraban "las relaciones directas" que ligan a Jundollah con las agencias de espionaje de Estados Unidos, Reino Unido y "desafortunadamente" Pakistán.
En una conversación telefónica, el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, urgió a su homólogo paquistaní, Asif Alí Zardari, a que atrapara a los perpetradores del ataque. Las relaciones entre ambos países han sido generalmente buenas en los últimos años, en especial por la cooperación para la construcción de un gasoducto, pero Irán considera que Jundollah, organización que lucha para acabar con la discriminación de la minoría suní en Irán, utiliza el territorio paquistaní como base de operaciones. Pakistán ha apoyado en el pasado la insurgencia de grupos suníes, en particular en Afganistán.
Mientras, en Viena se celebró una reunión crucial entre Teherán y las potencias occidentales para salir de la crisis nuclear que se prolongará probablemente hasta el miércoles. El encuentro, auspiciado por la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) y al que asisten representantes de Estados Unidos, Rusia y Francia, es la primera oportunidad de avanzar sobre las fórmulas acordadas hace tres semanas en Ginebra, por las que Irán renunciaría a seguir enriqueciendo uranio.
Teherán quiere importar el uranio ya enriquecido desde Rusia, pero no accede a deshacerse de sus reservas de uranio ya procesado, como desean las potencias occidentales. Irán ha declarado disponer de 1.200 toneladas de uranio enriquecido al 5%, un nivel de pureza aún no suficiente para alimentar un reactor nuclear. Diplomáticos occidentales dijeron que Irán aceptó en Ginebra enviar al extranjero tres cuartas partes de estas reservas para comprarlas una vez enriquecido al 19,7%.
El director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Mohamed el Baradei, dijo al salir del encuentro que había sido una reunión "muy constructiva". El representante iraní, Ali Asghar Sultaniyeh, valoró del mismo modo la reunión, de poco más de dos horas. Sin embargo, Alí Shirzadian, portavoz iraní ante la OIEA, arrojó dudas sobre la verdadera disposición de Teherán a hacer concesiones, al declarar a la agencia oficial IRNA que Irán no abandonará su derecho a procesar el uranio. "No es económicamente viable para Irán continuar con el purificado de uranio de bajo enriquecimiento para obtener los entre 150 y 300 kilos necesarios para un reactor, pero lo haremos si las conversaciones de Viena no traen el resultado deseado para nuestros intereses", dijo.
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