Nuestra aportación es tan solo una gota
en medio de un océano de necesidades ...
pero sin ella el mar la echaría de menos!”
Madre Teresa de Calcuta
Paradojas de la vida. El Día Mundial de la Alimentación, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) informó que más de mil millones de personas, una sexta parte de la población mundial, son tan pobres que no tienen para comer.
Cifras descomunales, indica en su informe el organismo internacional, en donde precisa que la última crisis económica erosionó dos décadas en el combate contra el hambre en América Latina.
Un campanazo para volver a mirar a nuestro entorno mundial, y darnos cuenta que así como en nuestro diario sobrevivir sufrimos los efectos de la crisis mundial, la población más afectada por la pobreza son los afrodescendientes, unas 150 millones de personas ubicadas en su mayoría en Brasil, Colombia y Venezuela, y los indígenas –entre 40 y 50 millones de personas-, concentrados especialmente en Bolivia, con cerca del 62 % del total de su población; Guatemala con el 41%; y México, con 10%.
Que lejos de la guerra de la popularidad y el raiting televisivo se encuentran estos seres humanos, que ni siquiera se imaginan, en su gran mayoría, que existe un mundo de guerra de frivolidades y popularidades que nunca los toman en cuenta.
Que ríos de tinta en los medios corren informándonos de los escándalos sexuales del Primer Ministro Italiano Berlusconi, en un show de virilidad vergonzoso.
O la importancia que se le da a la belleza de las primeras damas, como Carla Bruni, de Francia, o si Michelle Obama está a la vanguardia de la moda o no.
Una vez más, el culto a la imagen presente, embelesando a importantes sectores sociales en todo el mundo, ignorando a esa sexta parte que no tiene para comer. Contradictorio, nuestro mundo, en donde la belleza y la juventud son la constante, y nos negamos a ver el verdadero rostro de nuestros semejantes.
¿Dónde están compasión, la solidaridad, el compromiso, la conciencia social? No sabemos donde está, porque prefiere el reality show, en el peor de los casos, porque en nuestra realidad política, una despensa puede comprar una conciencia convertida en un voto, disfrazándola de simpatía, obediencia y militancia partidista.
Y esa realidad, la de la compra de conciencias, es la que nos debe de llevar a pensar en esos millones de seres humanos que hoy día sufren de algo que el avance social y científico de la humanidad debió haber erradicado hace años: el hambre.
Porque, al final de cada día, hay mil millones de personas recordándoles a los falsos estadistas, que nunca podrán disfrutar su éxito personal mientras persista la miseria... ¿No cree usted?
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