
El presidente de EE.UU., Barack
Obama, presentó su nueva estrategia para Afganistán tras meses de debate
y consultas.
Sin embargo, permanecen algunas dudas acerca de
aspectos como si es posible lograr los objetivos de reconstrucción civil
y entrenamiento de las fuerzas de seguridad en el poco tiempo que media
hasta la fecha del inicio de la retirada en julio de 2011, y si la
corrupción podría convertirse en un obstáculo para el plan de Obama.
Para Gustavo Morales, analista de asuntos
militares y director adjunto de la revista War Heat Internacional,
el plan no sólo se centra en derrotar al enemigo- como el de su
antecesor George W. Bush- sino en alcanzar la estabilidad económica y
política.
Sin embargo, según dice, el proceso de paz que
propone el Pentágono es complicado, largo y caro.
BBC Mundo conversó con el experto sobre las
principales dudas con respecto al plan.
Esfuerzos militares y tareas
de reconstrucción civil
Con la estrategia se intenta potenciar algo que
ya se había creado que son los equipos provinciales de reconstrucción,
de los que hay uno en cada una de las 33 provincias afganas.
Esos equipos están formados por personal de
operaciones especiales y, por otra parte, por agentes de inteligencia,
en este caso de la CIA, al igual que por equipos técnicos que ayudan al
desarrollo puntual de poblaciones.
Afganistán es el efecto y Pakistán es la causa
El esfuerzo civil es fundamental en la
concepción de este plan.
El plan se centra en que para sacar adelante un
Estado fallido es necesario también la estabilidad económica y la
estabilidad política, lo cual alarga mucho en el tiempo los objetivos y
los hace mucho más ambiciosos de los que tenía la presidencia de George
W. Bush.
Retirada en un corto plazo
En tan poco tiempo se puede ilusionar de nuevo a
los afganos y hacerles ver que sí hay un interés de EE.UU. y de
occidente en general por el desarrollo del país, pero los problemas de
Afganistán son muy graves.

El número de
soldados de EE.UU. en Afganistán empezará a disminuir a partir de julio
de 2011.
Por ejemplo, el 40% del producto interior bruto
viene del opio. Y eso es algo que no se arregla en un año.
En cuanto al entrenamiento de la fuerza de
seguridad, Alemania comenzó a hacerlo y ha mostrado un fracaso patente.
La fuerza de seguridad afgana en muchos casos
está formada por antiguos miembros del Talibán, por antiguos mujaidines y
por personas que no están acostumbradas a una disciplina constitucional
sino más bien a la disciplina militar de los jefes de la guerra, que
son los que realmente mandan fuera de Kabul.
Corrupción como obstáculo
La corrupción es el peor obstáculo que en estos
momentos enfrentan tanto Afganistán como Pakistán.
El 40% del producto interior bruto viene del opio. Y eso es algo que no se arregla en un año.
Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que la
jefatura de algunas comisarías, como la de Herat, una zona de alta
producción de opio sale a subasta por US$100.000 cuando el sueldo anual
del jefe de policía es de unos US$400.
Evidentemente se está a sueldo de los señores de
la droga.
El servicio de inteligencia paquistaní también
en muchas ocasiones ha traficado con opio para poder financiar, sin
entrar en los presupuestos del Estado, al Talibán que ahora opera en las
zonas federales de Pakistán administradas tribalmente y donde la
presencia del Estado en muy tenue.
EE.UU., Pakistán y el Talibán

El
analista asegura que Alemania ha fracasado en el intento de entrenar las
fuerzas de seguridad afganas.
Afganistán es el efecto y Pakistán es la causa.
La mayor parte de los problemas militares y de inestabilidad que sufre
en estos momentos Afganistán proceden de Pakistán.
En estos momentos el movimiento Talibán está en
Pakistán, en el Waziritán y en toda la frontera donde no hay presencia
del Estado paquistaní.
Y la presencia de EE.UU. en Pakistán es puntual.
Es decir, las tropas penetran a Pakistán a las tropas administradas
federalmente, esas zonas tribales que he citado, exclusivamente para
perseguir o bombardear las nuevas bases que han creado tanto el Talibán
como el grupo Al Qaeda.
El problema se resume en que no hay presencia
militar permanente de EE.UU. en Pakistán y no hay presencia Talibán
permanente en Afganistán. El Talibán simplemente huye a sus nuevas bases
que están tras la frontera paquistaní, donde EE.UU. ha comenzado a
perseguirles contra la voluntad del gobierno de Pakistán.
Nuevas tácticas del Talibán
El Talibán no funciona en estos momentos como
funcionaba en el origen. No ocupa territorio. Entra a Afganistán, comete
atentados y se retira. No actúa ya como un grupo militar sino como una
guerrilla que golpea y se retira.
Ya el año pasado algunos generales de EE.UU.
empezaron a plantear que si no se actuaba directamente sobre Pakistán no
habría solución a los problemas.
Tanto Collin Powell cuando se hizo cargo de la
secretaría de Estado como Condolezza Rice tuvieron grandes
enfrentamientos con la CIA y el Pentágono porque ellos querían condenar a
Pakistán por el apoyo claro y evidente que el Estado paquistaní daba a
ciertos grupos del Talibán y terroristas a través del Instituto de
Inteligencia Paquistaní pero se enfrentaron siempre con la cerrazón de
la CIA y el Pentágono a los cuales sólo interesaba la victoria militar.
No entiendo cómo pueden conseguir esa paz cuando ya anuncian una retirada
Y se necesita la colaboración del ejército
paquistaní para poder mantener a muchos prisioneros que no están en
Guantánamo y sí están en Pakistán.
El Pentágono acaba de apostar por la paz. El
problema es que la paz que en estos momentos propone el Pentágono es una
paz muy complicada, es una paz muy larga y fundamentalmente es una paz
muy cara.
Y yo no entiendo cómo pueden conseguir esa paz
cuando ya anuncian una retirada porque evidentemente en los países donde
se vota la gente se cansa de que su ejército esté en el exterior.
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