El método es aún una promesa para paralíticos sin habla
Es el viejo sueño de comunicarse con la mente sin abrir la
boca. Un equipo de científicos de la Universidad de Utah ha dado un
nuevo paso al demostrar la viabilidad de traducir las señales cerebrales
correspondientes a palabras pensadas en palabras escritas en un
ordenador. Han utilizado dos mallas de 16 microelectrodos implantados
bajo el cráneo y encima del cerebro, sin penetrarlo. Es tan solo una
promesa, el método es invasivo y necesitará muchas mejoras y ensayos
clínicos antes de convertirse en un traductor para pacientes gravemente
paralizados y sin capacidad de hablar (por infarto cerebral, trauma o
esclerosis lateral amiotrófica), explica Bradley Greger, profesor
adjunto de Bioingeniería de la citada universidad.
Los investigadores colocaron unos nuevos minúsculos electrodos
-microECoG- sobre el centro cerebral del habla (en el área que controla
los movimientos faciales y la gran desconocida área de Wernicke, ligada
al lenguaje y comprensión de la lengua) de un voluntario con ataques
epilépticos severos durante cuatro días.
Son una versión reducida
de los grandes electrodos empleados en electrocorticografía,
desarrollados hace medio siglo. Separados por un milímetro, no necesitan
penetrar en el cerebro y se consideran seguros para colocarlos en el
centro del habla. Hasta ahora, en experimentos para controlar
ordenadores o brazos artificiales, los electrodos convencionales se
tenían que implantar en el interior del cerebro, con la desventaja
añadida de que registran demasiadas señales cerebrales para una correcta
descodificación.
Mientras el paciente leía varias veces cada una
de las 10 palabras que podrían ser útiles a una persona con parálisis
(sí, no, caliente, frío, hambriento, sediento, hola, adiós, más y menos)
se registraron débiles señales cerebrales generadas por unas pocas
miles de neuronas. Los investigadores observaron las señales del cerebro
que representaban cada una de las 10 palabras. Al comparar pares de
palabras (sí y no) pudieron distinguir la señal empleada por cada una de
las palabras entre el 76% y el 90% de ocasiones. Cuando se examinaron
simultáneamente 10 patrones de las señales, los aciertos fueron de entre
el 28% y el 40%, casi cuatro veces mejor que el azar. No son resultados
"suficientemente buenos para que un dispositivo traduzca los
pensamientos de una persona con parálisis", afirma Greger. Estos
pacientes suelen comunicarse con leves movimientos de pestañas o dedos.
El trabajo se publica en la revista científica Journal of Neural Engineering.
El equipo de Greger prepara nuevos experimentos con mallas de mayor
tamaño y de 121 microelectrodos para obtener más datos y, por tanto, más
palabras, así como mejor precisión.
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