12 octubre 2009

El hombre que quiere cambiar el mundo


Redacción
Barack Obama
El carisma y la capacidad oratoria de Obama le han granjeado la estima de muchos admiradores.

Barack Obama hizo historia el 4 de noviembre de 2008 cuando derrotó con facilidad al candidato republicano John McCain para convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos, que además intenta dar un giro al rol de su país en el mundo.

Desde que asumió la presidencia, el 20 de enero pasado, marcó una clara diferencia con las políticas de su predecesor, George W. Bush, y se propuso intervenir en asuntos cruciales.

La mano tendida a Irán y la predisposición al diálogo con Corea del Norte fueron las cartas de presentación de su gestión en relación a la amenaza nuclear.
Un acuerdo en el conflicto entre Israel y Palestina está entre sus aspiraciones, aunque los esfuerzos aún no hayan dado frutos.

El cierre del centro de detención de Guantánamo, un objetivo expreso del flamante Premio Nobel del Paz, también está en la agenda.

Las medidas para flexibilizar los viajes y las remesas entre Estados Unidos y Cuba despertaron esperanzas, pero muchos se sintieron decepcionados cuando el presidente renovó el embargo económico que pesa sobre la isla desde hace medio siglo.

Y además -algo que valoró especialmente la Fundación Nobel al otorgarle el galardón- se ha declarado decidido a impulsar medidas para contrarrestar el cambio climático.

Los críticos, sin embargo, comienzan a preguntarse si hay sustancia detrás de su gran carisma y sus declaraciones de buenas intenciones.

Los comienzos

Obama de niño, junto a su madre
Cuando Barack Obama nació, los matrimonios interraciales no estaban permitidos en varios estados de EE.UU. Foto: Obama for America/Handout

El nombre de Obama empezó a sonar en su país después de que conmocionó a los participantes de la Convención Nacional Democrática de 2004 con su discurso sobre superación y grandes ambiciones.

Hijo de un matrimonio interracial –padre keniano y madre estadounidese- hizo énfasis en su historia personal para reflejar los valores tradicionales de Estados Unidos.

"Con trabajo duro y perseverancia, mi padre consiguió una beca para estudiar en un lugar mágico: Estados Unidos, que se levantaba como un faro para tantos que habían venido antes en busca de libertad y oportunidades", dijo entonces.

Obama se llama igual que su padre, que creció en Kenia cuidando ganado y ganó una beca para estudiar en Hawaii.

Allí conoció a Ann Duham, una joven estudiante oriunda de Kansas, quien se convertiría -el 4 de agosto de 1961- en la madre del hoy presidente de Estados Unidos.

La pareja se divorció en 1964. El padre regresó a Kenia y trabajó como economista del gobierno. La madre se casó con un indonesio y, junto al pequeño Barack, se mudaron a Yakarta.

Aunque su padre y su padrastro eran musulmanes, Obama, que se declara cristiano, acudió a escuelas laicas y católicas mientras vivió en Indonesia.

Cuando tenía 10 años de edad, retornó a la casa de sus abuelos en Hawai. En 1985 se trasladó a Chicago, donde formó parte de grupos comunitarios con el objetivo -como lo explica su biografía oficial- de luchar por una mejora de las condiciones de vida de los habitantes de esa localidad.

En 1991, se graduó de abogado en la Universidad de Harvard y fue el primer afroamericano en dirigir la Harvard Law Review, una prestigiosa publicación académica.

Después de Harvard, Obama regresó a Chicago para ejercer como abogado de derechos civiles, representando a víctimas de discriminación.

Despegue político

Obama rodeado de periodistas y seguidores
El presidente de Estados Unidos despierta pasiones poco habituales en la política de su país.

Sus ambiciones políticas se materializaron cuando consiguió una banca en el senado estatal de Illinois, en 1996, y ocho años más tarde fue elegido senador nacional.

Como legislador se caracterizó por promover políticas liberales, pero también por trabajar junto a colegas republicanos en cuestiones como la educación y la prevención del SIDA.

Su discurso en la Convención Demócrata de 2004 fue el trampolín para que el senador obtuviera fama no sólo en Estados Unidos, sino en el ámbito internacional.

¿Hasta dónde podría llegar Obama? Esa era la pregunta que muchos se hacían, no sólo en su país, sino entre los seguidores de la trama política estadounidense en el exterior.

El 10 de febrero de 2007, el legislador demócrata respondió esa pregunta cuando lanzó su candidatura a la Casa Blanca.

Pese a convertirse en un fenómeno mediático en su país, el camino de Obama no estaba despejado del todo.

En la ruta hacia Washington estaba el obstáculo de la senadora Hillary Clinton, a quien derrotó en una reñida contienda en las primarias.

Para muchos analistas, la esposa de Barack Obama fue una de las claves de su triunfo. Carismática y con dominio de la escena pública, Michelle pareció conquistar el voto femenino para su compañero.

Junto a sus dos hijas, Malia y Sasha los Obama se han convertido en una constante en los medios de comunicación.

La hora del cambio

Obama formó parte de la Iglesia de Cristo en Chicago durante casi dos décadas, pero se alejó en mayo de 2008 después de la polémica causada por los discursos raciales y combativos de sus predicadores.
Barack y Michelle Obama junto a sus hijas, Malia y Sasha
Muchos analistas consideran que el carisma de Michelle Obama fue clave para el éxito de su marido.

A partir de entonces, Barack Obama llamó a sus compatriotas a superar la larga historia de diferencias raciales.

Durante la campaña electoral, el ahora premiado presidente rompió todos los récords de financiación: utilizó internet y recolectó una enorme cantidad de pequeñas donaciones para su carrera a la Casa Blanca.

También demostó habilidad para reunir multitudes de más de 100 mil personas en sus mítines, y atraer la atención de la prensa con una intensidad poco habitual en la política estadounidense.

"Ha sido un largo camino, pero esta noche, por lo que hicimos en este día, en este momento crucial, el cambio ha llegado a América", le dijo Obama a un público fervoroso en Chicago, cuando se confirmó su victoria electoral.

Ahora, el premio Nobel de la Paz le llega en un momento en que parte de ese fervor parecía disiparse, tanto dentro como fuera de Estados Unidos.

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