08 octubre 2009

Estambul, Banco Mundial y FMI

El pasado sábado se cerró la reunión anual de las dos grandes instituciones nacidas hace más de medio siglo para restaurar el orden financiero mundial. Luego se creó el Banco de Desarrollo para Asia. Aunque los dos primeros son vecinos en Washington D.C. –y celebran reuniones periódicas–, lo cierto es que no es lo mismo reuniones anuales con la mayoría de los ministros de economía y finanzas de todo el mundo, como la de Turquía.


El Fondo Monetario Internacional (FMI) parece haber seguido el mandato de Estados Unidos. Rescatar a todos los países que tuvieran los dos síntomas típicos de toda crisis. Fugas de capitales y balanzas de pagos con déficits crecientes. En el último año ha intervenido en quince ocasiones y ha dado preferencia, como se recomendó en la Cumbre de Londres, a las ayudas y préstamos para los países más pobres.
Ha contribuido también a mejorar la financiación para que se recupere el comercio mundial y algún éxito ha tenido, porque los volúmenes de intercambios mundiales crecieron el 1,3% en junio y el 3,5% en julio. Aunque son variaciones mensuales sujetas a fuerte volatilidad, la última es la que ha tenido el ritmo más intenso de los últimos cinco años. Y coinciden con la recuperación de Alemania y Japón –y buena parte del sureste de Asia– gracias a la mejora del comercio mundial. Y mejores serían las noticias si la tantas veces aplazada Ronda de Doha llegara por fin a buen puerto.

A pesar del dinamismo del FMI, existe cierto escepticismo sobre la oportunidad de las medidas que está tomando. Son más audaces que las restrictivas medidas de la crisis del sureste de Asia de los años 1998 y 1999, pero es difícil que puedan resolver los problemas de fondo de los países bálticos y los del Este de Europa y Asia Central.

El Banco Mundial tuvo una perspectiva más a largo plazo. Se trata de los programas de ayuda para los países más necesitados, desde los del sur del Sahara hasta los de Asia Central. No sólo necesitan financiación, que también, sino cambios profundos en la educación, los sistemas de irrigación y, de nuevo, precios justos para las exportaciones de sus productos agrarios, que han de hacer frente a la competencia a la baja de los que exportan los países de la Unión Europea, con subvenciones no alejadas de las que el Gobierno de Estados Unidos concede a sus agricultores.

Para el presidente del Banco Mundial es necesario actuar con medidas eficaces, pero su impaciencia le llevó a recordar a la audiencia que, en tiempos de Mao Tse Tung, un periodista preguntó a su primer ministro, Zhou en Lai, cuándo se podría ver la mejora de las condiciones de vida de la nueva China. Éste contestó que era pronto, porque al cabo de dos siglos de la Revolución Francesa todavía no podían verse los cambios reales que se habían producido.

 

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