"Llovió sin parar
durante dos semanas", dice Luis Martínez al recordar los días que
llevaron a los deslaves de 1999.
"Si usted estaba en el camino, que Dios lo ayude", dice el padre de cuatro hijos, que todavía vive en el estado Vargas, el más afectado.
Es difícil saber el número exacto de muertos en la tragedia, ya que muchos cuerpos fueron enterrados bajo el lodo o arrastrados hacia el mar.
Pero se estima que entre 10.000 y 30.000 personas perdieron la vida.
"Ella tenía apenas tres meses", dice Martínez, moviendo su cabeza en dirección a su hija de 10 años de edad, "y tuvimos que huir con ella en brazos".
Pueblo fantasma
Puede volver a ocurrir, en cualquier momento. Vivimos sin saber si otro deslizamiento de tierra va a ocurrir exactamente igual que antes. De hecho, sería peor porque hay muchos edificios en ruinas aquí
Olda Hedler, residente
de Los Corrales
La familia Martínez fue una de las miles que huyeron de la región hacia un terreno más alto. Sin embargo, muchos no pudieron escapar a tiempo y quedaron atrapados en sus hogares tras los deslizamientos de tierra.
Visitar el sitio de la tragedia una década después es como entrar en un pueblo fantasma. Conduciendo por las calles hay decenas de casas que son simples depósitos, las rocas y el barro siguen presentes en habitaciones y patios.
Bloques de apartamentos enteros permanecen semidestruidos, como si la inundación acabara de golpear.
Sin embargo, la gente vive entre estas ruinas.
Tras pasar entre perros callejeros, basura y aguas residuales en el patio, entramos en una de estas casas en Los Corales, a pocas calles del malecón. En el interior, tres familias viven en condiciones muy precarias.
"Este lugar es críticamente peligroso", dice Olga Hedler, una de las residentes. "Estas columnas no durarán mucho más tiempo", agrega.
La principal preocupación de Olga es simple.
"Puede volver a ocurrir, en cualquier momento. Vivimos sin saber si otro deslizamiento de tierra va a ocurrir exactamente igual que antes. De hecho, sería peor porque hay muchos edificios en ruinas aquí", explica.
Grupos ambientalistas creen que un deslave podría repetirse.
Horas perdidas
Olga, simpatizante del gobierno, no culpa al presidente Hugo Chávez por el lento ritmo de la reconstrucción.En cambio, piensa que la culpa recae en "la gente alrededor de él, los ministros, el gobierno. Esa gente y sus instituciones, a quien él les encomendó tratar con estos problemas, tienen que hacer su trabajo".
De inmediato fue objeto de críticas por la respuesta.
El gobierno celebraba un referendo el 15 de diciembre sobre una nueva Constitución y Chávez fue acusado de no ejecutar un plan de evacuación lo suficientemente rápido, porque los recursos militares y de policía se concentraron en la votación.
En ese momento, fue robusto en su defensa: "Tendrían que matarme si yo tuviera alguna responsabilidad en esto".
Pero sentado en un café en Los Corales, Martínez lo recuerda de otra manera.
"Toda la policía estaba en los centros de votación", dice. "La respuesta fue lenta", agrega.
Cree que se perdieron valiosas horas en las que la gente podría haber sido rescatada o salvada.
Y, sin embargo, agrega que todos los venezolanos concuerdan con que poco se podría haber hecho con lluvias torrenciales fuera de temporada o la fuerza terrible de la catástrofe natural.
Corrupción
En cambio, preguntas difíciles sobre la respuesta del gobierno permanecen.
Decenas de planes de reconstrucción nunca se han llevado a cabo y numerosas acusaciones de corrupción se han hecho en contra de las autoridades estatales y nacionales de la época.
Algunos trabajos, sin duda, han tenido lugar, pero muchos residentes de Vargas dicen que han sido irregulares e inconsistentes.
A principios de este año, durante una visita a uno de los proyectos gubernamentales de vivienda en Vargas, el presidente Chávez se refirió al estado como un "Fénix que resurge de las cenizas de 1999".
Sus críticos dicen que no se han aprendido lecciones vitales.
http://www.bbc.co.uk/mundo/america_latina/2009/12/091215_ven_aniversario_vargas_grant_jp.shtml
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