La zona era ocupada por pobladores que se dedicaban a la construcción de palacios
(Foto: Roxabel Ramón)
El hallazgo de
dos entierros de la época inca fue dado a conocer ayer por la Dirección
Regional de Cultura del Cusco. El descubrimiento se realizó en el
antiguo barrio inca conocido como Qhataqasapatallaqta, a media hora de la Ciudad Imperial.
Desde el año 2003, cuando iniciaron las investigaciones, en esa zona
se han encontrado 25 recintos conectados por una calle, andenes varios
entierros y ofrendas funerarias. Qhataqasapatallaqta era un barrio
periférico donde habitaban familias dedicadas a la construcción de los
grandes palacios.
El primer contexto funerario presentado ayer tiene la forma de un
cajón de piedras y contiene la osamenta de un adulto. Este personaje, de
importancia media en el barrio, fue enterrado junto a su ajuar: quipus,
dos tupus (prendedores) de plata, restos textiles, así como aríbalos,
una olla en forma de copa, vasijas de arcilla y seis platos pequeños;
unos con asas y otros con adornos zoomorfos. En los platos de arcilla se
representa aves parecidas al pato andino. La olla tiene la aplicación
de un pez suche.
La arqueóloga responsable del sitio, Carmen Concha, explicó que el
suche provenía del lago Titicaca. Esto reconfirma la influencia del
Altiplano sobre los diferentes grupos sociales del centro imperial.
A medio metro, está el segundo contexto, el de un niño de unos 3
años, enterrado en un jarrón de arcilla. A su lado se halló solo un dije
de piedra. “No podemos asegurar que se trate de un sacrificio”, refiere
Concha.
LABOR AMENAZADA
Concha describe Qhataqasapatallaqta como un barrio planificado, con habitaciones diferenciadas por uso: cocinas, patios, despensas, dormitorios y muros de piedras revestidos con barro. “Es de una arquitectura concertada; ni rústica ni muy fina”, apunta. Ella informa que, desde el 2003, solo se ha explorado una de las quince hectáreas que tiene la zona. Sobre buena parte de Qhataqasapatallaqta fueron levantadas desde hace tres décadas las urbanizaciones Los Jardines y Francisco Bolognesi.
Los pobladores de esta última cooperativa de vivienda atentaron en
agosto último contra ocho trincheras abiertas por los arqueólogos. “No
fue la primera vez; siempre están amenazando con sabotear nuestro
trabajo, debido a que tienen títulos de propiedad sobre todo el
terreno”, lamenta la arqueóloga.
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