El ejército de Estados Unidos
comenzó a reclutar a personas que se declaran abiertamente
homosexuales, lo cual es visto como una victoria de los activistas de
los derechos gays. Sin embargo, no está dicha la última palabra y la
batalla legal continúa.
Esa política (en inglés "Don't Ask, Don't Tell") permitía a hombres y mujeres homosexuales seguir en las fuerzas armadas si mantenían el secreto de su sexualidad, pero los suspendía en caso de darse a conocer su orientación sexual públicamente.
Sin embargo, el Pentágono especifica que los reclutadores deben advertir a los solicitantes que puede haber cambios en el futuro si otra sentencia judicial hace que la ley en cuestión se aplique de nuevo.
El Congreso
Demócratas en el Senado han tratado de lograr los votos suficientes para rechazar la ley, pero no lo han conseguido.
Y cuando el Pentágono aún conduce una investigación sobre las repercusiones prácticas del reclutamiento de personas abiertamente homosexuales, el Departamento de Justicia piensa apelar la decisión de la jueza Phillips.
No obstante, como afirma Davis Willis, de la BBC, la política de "no preguntes, no digas" -por la que se estima que unos 13.000 hombres y mujeres han sido dado de bajas del ejército debido a su orientación sexual- parece que tiene los días contados.
SOCIEDAD
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