Google no se va a quedar atrás en nada de Internet, y menos en lo
importante. Y la red social es, hoy, lo más importante que ocurre en
Internet. Por eso Google ha puesto en marcha su propia red social, que
no parte de cero, porque es una extensión más de su correo, el Gmail,
servicio que también inició tarde, cuando Microsoft y Yahoo lo dominaban
absolutamente.
Hace cuatro años, Eric Schmidt aterrizó en España. En un encuentro
con un grupo de periodistas, preguntó él más a los periodistas que al
revés. Le preocupaba todo. "¿Qué les parece el servicios de noticias?",
preguntaba. "Malo", se le respondió. Y se quedó con la copla. El correo
Gmail, apenas llevaba dos años de vida, y los periodistas le chincharon:
"¿No es un fracaso que tenga tan pocos abonados?". "¿Es bueno el
servicio?, preguntó a su vez Schmidt. "Sí", reconocieron los
periodistas. "Pues entonces no hay problema", zanjó el presidente de
Google.
Hoy Gmail tiene ya 146 millones de abonados, aún lejos de
Microsoft (350) y de Facebook (400); pero sobre esa base del Gmail nace
Buzz.
Facebook o Twitter han saltado de redes sociales de amigos a
generadoras de negocios y publicidad, asuntos donde Google saca el 95%
de sus beneficios. No podía dejarse quitar el pastel. Buzz se integra en
el correo de Gmail, toma los contactos y los añade entre nuestros
seguidores. Después, permite seguir a los amigos de la agenda y amigos
de amigos, o bloquearlos y hacer lo que se hace en las redes sociales.
Su
diferencia respecto a otras es la privacidad y la calificación de los
mensajes. Buzz deja crear grupos por amigos o intereses para diferenciar
qué se comparte. Y, en la línea del pagerank, se crea en los
mensajes cortos en tiempo real una selección por relevancia y a medida
que se usa, se afina el resultado. Si no nos interesa que alguien se
vaya de tiendas, pero sí la dimisión de un ministro, Buzz tiene en
cuenta la calificación del emisor.
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