25 octubre 2009

La OTAN cambia de rumbo y acelera sus planes para «afganizar» la guerra

ENRIQUE SERBETO | BRATISLAVA
 
La OTAN decidió ayer acelerar sus planes para una «afganización» de la guerra, y se propone transferir cuanto antes la responsabilidad a las autoridades de Afganistán. Se desvanece así el anterior consenso de una larga permanencia militar en el país. Las dudas del presidente de EE.UU., Barack Obama, y las ganas crecientes de abandonar aquella sangrienta misión de países como Alemania, Dinamarca o Italia han creado un vacío estratégico que ayer rellenó -en la reunión informal de ministros de Defensa de la alianza en Brastislava- el general Stanley McCrystal, jefe de las fuerzas aliadas en Afganistán.
 
El general Stanley McChrystal expuso su famoso plan ayer ante los ministros de Defensa de la OTAN y de los demás países no aliados que contribuyen con tropas a la misión en Afganistán. En líneas generales, consiste en un aumento inmediato de las tropas para contener el deterioro de la situación y, al mismo tiempo, una inversión decidida en la formación de las fuerzas de seguridad afganas para que puedan hacerse cargo de su propio país lo antes posible.
 
McChrystal contempla varias opciones. Pide entre 10.000 y 80.000 soldados extras, aunque considera con 40.000 podría llevar a cabo sus planes. En cuanto a los afganos, establece que deben contar con un total de 400.000 hombres, entre militares y policías, para ser capaces de mantener a raya a los talibanes.
 
Irnos y quedarnos
 
El secretario general de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen, dijo que los ministros estaban de acuerdo en «la necesidad de invertir en el proceso de transición», un concepto inquietante para quienes veían ecos de la «vietnamización» con la que Henry Kissinger intentó sacar «con honor» a EE.UU. de la humillación de Vietnam. El propio Rasmussen tuvo que clarificar que, «aunque no podemos quedarnos en Afganistán para siempre, no estamos retirándonos porque no se dan las condiciones todavía». El secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, se vio obligado a aclarar que su país «no tiene intención de abandonar Afganistán», aunque también dio su apoyo al informe McChrystal.
 
Contrariamente a lo habitual en este club militar, quien tiene la última palabra -Obama- no se ha decidido aún. El resto de socios parece tener muy claro el panorama. Gates reconoció que su objetivo no era el tradicional de convencer a los reticentes: «Lo que el presidente espera de mí es que le cuente qué es lo que piensan los aliados». Holanda y Alemania han empezado a poner plazos para su retirada. Dinamarca se han alineado con las reservas de Obama. Y naciones que eran reticentes, como España, están ahora deseando saber cómo pueden aumentar su participación. La ministra Carme Chacón anunció que enviará una tercera misión de entrenamiento militar.

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