Aparece de la nada, deslizándose cuidadosamente, camuflado contra el seco paisaje mediterráneo.
Lo hemos estado esperando, escondidos en hueco, desde el amanecer. Y como nos habían dicho que las posibilidades de ver a una de estas bestias es muy reducida, ya habíamos empezado a perder las esperanzas.
Pero, de repente, aquí está: uno de los felinos que corre más peligro de extinción del planeta, el lince ibérico.
Por un segundo, se detiene, y nos mira fijo con sus ojos amarillos. Tiene un metro de largo, un pelaje color arena, con manchas semejantes a la de un leopardo. Sus patas son largas, su cola, corta.
Un ruido hace que sus orejas negras se muevan nerviosamente. Se agacha, salta y vuelve a aparecer un segundo más tarde con un conejo entre sus dientes.
Y, tan rápido como apareció, desaparece, con su preciado botín, confundiéndose entre el follaje del bosque.
Esfuerzos
Este felino antes vivía en toda la península ibérica, pero desde los años 60 su población se redujo drásticamente, pasando de 3.000 a 150, aproximadamente, en 2005.
La pérdida de su hábitat, la caza y los accidentes en la carretera han contribuido a llevar a esta especie al borde de la extinción. Una enfermedad que afectó a su principal fuente de alimentación, los conejos salvajes, contribuyó también a mermar su número.
En las últimas décadas se han hecho esfuerzos para conservar a los últimos linces ibéricos.
Algunas iniciativas fueron bastante directas, como la creación de estaciones de alimentación para fortalecer su dieta. Pero los conservacionistas han tenido que tomar medidas más radicales.
Linces en cautiverio
Nuestros linces se están reproduciendo. Este año tenemos ocho cachorros
Mariajo Pérez, científica
Mariajo Pérez, encargada del centro donde mantienen a los linces cautivos, me dice que esto no es algo que los conservacionistas hagan a la ligera.
Pero la situación es tan mala, que no tienen alternativa.
"Hasta ahora está funcionando. Nuestros linces se están reproduciendo. Este año tenemos ocho cachorros", dice.
El próximo paso, que posiblemente se de el año que viene, es liberarlos.
"Trasladar animales de un ámbito a otro es cada vez un arma más común en la lucha contra la extinción de especies", explica Guillermo López, del Proyecto Life Lince.
Esto sirve para crear nuevas poblaciones y garantizar la diversidad genéticas entre los grupos que se están reduciendo.
Medidas radicales
Muchos se oponen a la idea de crear, de forma intencional, una especie invasora, y por ende, una serie de problemas asociados a ello. Otros se muestran más entusiasmados.
"Cuando escuché la idea por primera vez, mi reacción inmediata fue creer que era una locura", dice Chris Thomas, profesor de Biología de la Universidad de York, en el Reino Unido.
"Pero si tenemos un número elevado de especies, potencialmente miles, o cientos de miles, que van a desaparecer por el cambio climático, debemos al menos hacernos la pregunta: '¿hay algún lugar en la Tierra donde no vivan pero donde puedan sobrevivir en el futuro?'"
Hasta ahora, hay pocos ejemplos de migración asistida exitosa, pero Thomas señala que debemos al menos pensar en la posibilidad de este tipo de mudanzas, incluso cuando se trata de animales como el lince ibérico.
Según Miguel Simon, director del proyecto Life Lince, "en los últimos 10 años que trabajamos en su conservación, la población de Sierra Morena se ha duplicado y ha habido un aumento de 50% en Doñana".
El próximo paso es crear tres poblaciones más en Portugal y España. Si se logra, el lince ibérico dejará de ser un especie en peligro.
Y con esto, dice Simon, este magnífico gato mediterráneo puede abandonar su estatus de "el felino más raro del mundo" para convertirse en un símbolo del éxito de los esfuerzos de conservación.
CIENCIA
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