El proyecto deberá concluirse en junio del próximo año, coincidiendo con la última etapa del gobierno de Alan García
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Por César Sarria Gomí
El 2 de diciembre del 2009 se otorgó la buena pro para culminar la construcción del tan postergado proyecto tren eléctrico. Las cifras y los cálculos de ingeniería empezaron a fluir.
Ese día se definieron algunos aspectos generales: el proyecto deberá
concluirse en 18 meses, es decir, tendrá que estar listo en junio del
2011; deberá costar US$410’205.001 y contará con 16 estaciones a lo
largo de 21 kilómetros de ruta.
El gran reto de los ingenieros del Consorcio Tren Eléctrico,
encargado del proyecto, fue imaginar la mejor forma de lograr cumplir
los plazos del contrato.
PRODUCCIÓN EN SERIE
Luego de analizar el tema, los ingenieros determinaron que una construcción tradicional, es decir, en el lugar exacto de la obra, tardaría al menos el doble del tiempo pactado.
Así que decidieron implementar una fábrica en serie. Ubicada en un
terreno de 55.000 m2, en la Videna de San Luis, en esta línea industrial
de prefabricados se producen diariamente 18 vigas (de 20 metros de
largo y 42 toneladas en promedio), 180 prelosas y 55 bordes típicos. Se
eligió este lugar, pues es un punto estratégico cercano a la obra. Luego
todas esas partes se armaron como un rompecabezas.
TECNOLOGÍA ANTISÍSMICA
Al terminar la etapa de estudios preliminares y pocos días antes de iniciar la construcción en sí, en febrero de este año, un terremoto de 8,9 grados en la escala de Richter remeció y desbastó el sur de Chile. Las imágenes de puentes destruidos preocuparon al cliente, en este caso el Gobierno Peruano, que pidió que la estructura del tren eléctrico resistiera un sismo de igual magnitud.
El Consorcio Tren Eléctrico contrató, entonces, a la empresa T.W.
Lin, con sede en San Francisco (Estados Unidos), compañía que ha
diseñado los puentes de la bahía de California (una de las zonas más
sísmicas del mundo) y experta en construcciones antisísmicas, para que
hicieran estudios y dieran sus recomendaciones al respecto.
La construcción podrá resistir un sismo que tiene probabilidades de
ocurrir en 1.000 años, cuando los estándares locales exigen 500 años. La
estructura se puede mover, pero nunca se caerá.
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