El presidente descarta una visita a España en la presidencia europea
por el recorte de su agenda internacional - Washington concentra su
esfuerzo en la política interior
El Gobierno de Estados Unidos descartó ayer la posibilidad de un viaje este año a España de Barack Obama, en lo que representa el primer paso significativo para recortar la agenda internacional del presidente y concentrar su tiempo y sus esfuerzos en la crecientemente difícil situación política interior. Las autoridades norteamericanas no consideran que pueda hablarse de la suspensión de un viaje puesto que éste nunca estuvo oficialmente previsto en Washington. "Un viaje a España nunca ha estado en nuestros planes", aseguró ayer el secretario adjunto para Asuntos Europeos, Philip Gordon, que contradice lo anunciado este verano por el ministro Miguel Ángel Moratinos.
Pese a los
esfuerzos que ayer hicieron varios funcionarios norteamericanos por
restar importancia al asunto, esta decisión no sólo es una contrariedad
para el Gobierno español y una perturbación en la visita que José Luis
Rodríguez Zapatero hará a Washington este jueves, sino un revés para la
Unión Europea y un claro mensaje sobre las prioridades internacionales
de la Administración estadounidense en el futuro inmediato.
El
Gobierno español contaba con la presencia de Obama para participar en la
cumbre Estados Unidos-UE que cada seis meses se mantiene de forma
alternativa en un lado u otro del Atlántico y que en esta ocasión
correspondía celebrarse en suelo europeo. Obama participó en abril del
año pasado en Praga en la misma cumbre y recibió en noviembre en la Casa
Blanca al anterior presidente de turno de la Unión, el primer ministro
sueco, Fredrik Reinfeldt.
En esta ocasión, el presidente
estadounidense ha considerado que el viaje a España, del que no cabía
esperar grandes decisiones con impacto en la opinión pública
norteamericana, supone una distracción inconveniente en su carrera por
robustecer su imagen y la de su partido ante las elecciones legislativas
de noviembre (se renueva la Cámara de Representantes y un tercio del
Senado).
El responsable de Asuntos Europeos en el Departamento de
Estado negó ayer que Estados Unidos minusvalore la importancia de las
relaciones con España y la UE y aseguró que las tres partes siguen
trabajando para fijar un encuentro este año, posiblemente en Washington o
en Bruselas, después de la cumbre de la OTAN de Lisboa y una vez
cumplido el trámite electoral en Estados Unidos. Gordon admitió, sin
embargo, que es necesario poner "límites" a la agenda internacional del
presidente. "Yo no vincularía esto a los problemas domésticos o a los
resultados de elecciones recientes", manifestó en una conferencia de
prensa, "pero es verdad que el presidente tiene una agenda doméstica
enorme y hay un límite en cuántos viajes al extranjero puede hacer y en
cuántos viajes a Europa puede aceptar".
El reajuste de la agenda
internacional de Obama es motivo de debate en Washington desde hace ya
algunos días. La derrota del partido del Gobierno el mes pasado en la
elección de Massachusetts (había que cubrir el escaño del Senado que
dejó libre la muerte de Ted Kennedy) no sólo obligó a modificar algunos
proyectos importantes de la política interior sino a revisar algunas de
las actuaciones en la política exterior.
En ese sentido, algunos
miembros de la Administración, según han reconocido fuentes próximas,
han argumentado que el presidente consumió en su primer año demasiado
tiempo en el extranjero y que la oposición aprovechó esas ausencias para
ganar la iniciativa y desvirtuar el programa de la Casa Blanca.
El
año pasado, Obama hizo 10 giras internacionales en las que visitó 21
países, más que ningún otro presidente anterior. Ya en esas giras,
algunos de los asesores que le acompañaban se habían quejado en privado
de que la agenda internacional se había cargado de cumbres rutinarias
que habitualmente resultaban aburridas e intrascendentes.
En estos
momentos, la Casa Blanca quiere concentrarse en los asuntos de política
exterior que realmente tienen un efecto directo y significativo en los
intereses de Estados Unidos. Es decir, regiones como Asia, donde está en
juego el futuro económico del país, Rusia, esencial en los problemas de
seguridad, y el Próximo y Medio Oriente, un área crucial en la
estrategia de lucha contra el terrorismo. La OTAN cabe en esta
categoría.
Ayer mismo, por ejemplo, se anunció un viaje de Obama a
Indonesia. La semana pasada el presidente habló por teléfono con el
presidente ruso, Dmitri Medvédev, para tratar de acelerar la firma de un
nuevo tratado START sobre limitación de armas nucleares, cuya
negociación está obstaculizada por una pequeña discrepancia de última
hora. Han aumentado también súbitamente las posibilidades de un diálogo
palestino-israelí. En cambio, un viaje del presidente a América Latina,
que hace unos meses los diplomáticos latinoamericanos aquí daban por
seguro, está ahora en serias dudas.
Una visita a España y una
cumbre Estados Unidos-UE no constituyen tampoco un estímulo suficiente
para la Casa Blanca. La presencia de Obama en Praga el año pasado se
recuerda porque pronunció un histórico discurso sobre las armas
nucleares, no por su conversación con los representantes europeos. Es
fácil adivinar que su reunión con el Gobierno español y los funcionarios
de la UE tampoco sería un evento capaz de atraer a los medios de
comunicación y a la opinión pública estadounidense.
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