El ex primer
ministro del Reino Unido, Tony Blair, hizo una robusta defensa de su
decisión de ir a la guerra contra Irak aunque reconoció no haber
previsto algunos de los problemas durante la ejecución de la misma.
También dijo que sentía "responsabilidad" pero no "arrepentimiento" por
la invasión al país y el derrocamiento de Saddam Hussein.
Blair compareció durante unas seis horas como
único testigo del día ante un panel que investiga los factores,
justificaciones y legalidad de la guerra.
Durante el interrogatorio Blair se refirió al
terrorismo internacional, la percepción que se tenía de Saddam Hussein,
la polémica aseveración sobre la existencia de armas de destrucción
masiva, la relación con el entonces presidente de Estados Unidos George
W. Bush, la legalidad de la invasión y la guerra misma.
11 de Septiembre
El ex primer ministro inició su comparecencia
señalando que los ataques del 11 de septiembre de 2001 "cambiaron
dramáticamente", la actitud de su gobierno hacia el régimen de Saddam
Hussein en Irak.
Aclaró que no acusaba a Saddam Hussein de estar
involucrado en los ataques contra las Torres Gemelas en Nueva York y el
Pentágono en Washington, pero la percepción del riesgo de un ataque con
armas químicas, biológicas o nucleares cambió a partir de esa fecha.
Explicó que la consideración principal era
enviar un mensaje de advertencia absolutamente claro y contundente al
régimen que estuviera vinculado a armas de destrucción masiva.
"Como fuimos asesorados de que estas personas
obviamente utilizarían un arma química, biológica o nuclear si pudieran
hacerse con ellas eso cambió completamente nuestra evaluación de dónde
estaban los riesgos a la seguridad", expresó.
Saddam Hussein
"Saddam Hussein era un monstruo", expresó Blair,
señalando que el líder iraquí presentaba un problema con el que había
que lidiar.
Hussein era un monstruo
Tony Blair
Para el ex primer ministro, la mentalidad de
Hussein delataba un individuo malvado con hijos igualmente malos o
peores.
"Nuestra política siempre fue que Irak sería un
mejor lugar sin Saddam: nadie debería tener una duda al respecto",
añadió.
La decisión que se tomó fue que debía ser
confrontado, ya fuere con sanciones, inspecciones o -al final de
cuentas- sacándolo a él.
Armas de destrucción masiva
Este es el tema más contencioso de todo el
conflicto bélico. Blair vendió la idea de la invasión a Irak al
Parlamento y a su pueblo sobre la base de que Saddam Hussein las poseía,
estaba dispuesto a usarlas y que podría atacar en cuestión de 45
minutos contra objetivos en el Reino Unido.
EN IMÁGENES
Fue enfático al decir que no tuvo duda alguna de
que el líder iraquí tenía ese tipo de armamento y negó que hubiese
apoyado la invasión creyendo lo contrario, como pareció haber dado a
entender en una entrevista con la BBC el año pasado.
"Las había usado, definitivamente las había
poseído, estaba en violación de, me parece, 10 resoluciones de las
Naciones Unidas, así que en un sentido se hubiera requerido evidencia
contraria muy fuerte para dudar que tuviera ese programa", sostuvo.
Con respecto al dossier de Irak preparado por
los servicios de inteligencia, en el cual basó el cálculo erróneo sobre
un posible ataque iraquí en cuestión de 45 minutos, Blair dijo que el
documento adquirió más importancia de lo que le había dado tras las
acusaciones de que el gobierno había falsificado los datos.
Relación con EE.UU. y George W. Bush
Blair negó que hubiera llegado a un acuerdo
secreto con George W. Bush durante conversaciones en su hacienda en
Crawford, Texas, para unirse a Washington en una guerra contra Irak.
El ex primer ministro desarrolló una estrecha
relación con el entonces presidente estadounidense, pero dijo que a lo
único que se comprometió inicialmente fue a lidiar con Saddam Hussein.
Adopté entonces el punto de vista de que lo correcto era estar al lado de Estados Unidos porque pensábamos igual
Tony Blair
Recordó que cuando dijo que el Reino Unido se
uniría a los esfuerzos de EE.UU. para enfrentar lo que llamó el problema
iraquí, lo hizo de manera pública y no en secreto.
"Una cosa que no hice fue adoptar una postura
engañosa. Cómo se procedía con esto fue un asunto abierto", expresó.
Señaló que EE.UU. hubiera podido irse a la
guerra solo y que, durante el debate en el Parlamento británico, George
Bush le dijo que lo excusaría si le quedaba muy difícil unirse a la
campaña.
"Pero adopté entonces el punto de vista de que
lo correcto era estar al lado de Estados Unidos porque pensábamos igual.
Es verdad que dividió las opiniones", reconoció.
Desacuerdo con la ONU y legalidad de la guerra
Blair se mostró más incómodo cuando uno de los
panelistas, Sir Lawrence Freedman, preguntó si con un poco de tiempo más
se hubiera asegurado una segunda resolución del Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas para darle mayor legitimidad a la acción bélica.
Declaró que le había quedado muy claro que los
franceses, alemanes y rusos no iban a apoyar una resolución, aunque
hubiera deseado unanimidad.
"No creo que hubiera importado cuánto tiempo se
tomara, ellos no iban a estar de acuerdo con el uso de fuerza", explicó.
Sin embargo, el entonces fiscal general del
Reino Unido, Lord Peter Goldsmith, había aconsejado la necesidad de
requerir una segunda resolución antes de iniciar la acción militar.
Blair respondió que había tomado la
recomendación con respeto pero que en ese momento estaba lidiando con
una situación muy difícil en el momento.
La guerra
Blair concedió al final del interrogatorio que
su gobierno no previó algunos de los graves problemas que surgieron tras
la invasión de 2003.
"Encontramos una situación my diferente a lo que
esperábamos", reconoció.
Añadió que su gobierno creía que se había
preparado para todas las eventualidades, pero falló al no reconocer el
papel que jugarían Irán y al-Qaeda en la región.
Dijo, sin embargo, que hoy en día llegaría a la
misma conclusión sobre Irak, pues definitivamente Hussein presentaba una
amenaza para el Reino Unido.
"No hay duda de que Irak y el mundo están mejor
sin Saddam Hussein", concluyó.
La comisión oficial lleva dos meses escuchando
testimonio de funcionarios, políticos y militares que estuvieron
involucrados en los planes para la invasión.
La guerra polarizó la opinión pública británica y
al comienzo de la sesión Blair fue recibido por una manifestación a la
entrada del recinto en el centro de Londres en la que había familiares
de algunos de los 179 soldados muertos en Irak.
El corresponsal político de la BBC dice que no
está claro si la comparecencia del ex primer ministro, o las
conclusiones de la investigación, cambiarán la percepción que se tiene
en el país sobre la guerra.
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