01 noviembre 2009

Osos de anteojos: los nuevos invitados en Chaparrí

El área de conservación privada, en Lambayeque, es quizá el más exitoso proyecto de cuidado de vida salvaje en el país. Así lo demuestran estos nuevos visitantes


Por: Dante Piaggio

El fotógrafo y conservacionista Heinz Plenge está preocupado. Hace 10 años, cuando inició el proyecto Chaparrí, se prometió a sí mismo que moriría tranquilo después de ver, desde el mirador de la reserva, por lo menos un oso silvestre paseando por ella. El problema del director del Área de Conservación Privada de Chaparrí es que en las últimas semanas ya ha visto a varios osos silvestres desde aquel mirador. Él no tiene pensado morir tan pronto.

“Hace un mes y medio se detectaron, a través de una de las cámaras-trampa colocadas en la reserva, a varios osos de anteojos silvestres que iban con dirección a un jagüey u ojo de agua. Los guardaparques y yo no lo podíamos creer. Fue emocionante tenerlos acá”, dice Plenge.

Aquella visita no fue única. Los osos silvestres volvieron una y otra vez, motivados quizá por la tranquilidad que reina en la reserva, donde además viven otros animales en libertad o semicautiverio, como si fuera una versión moderna del arca de Noé, donde el patriarca es Heinz.

Esta semana fuimos a conocer a los ilustres visitantes. Armados de paciencia, nos apostamos cerca de la zona donde se los ha visto pasar hasta que en el momento menos pensado uno de ellos apareció en la copa de un árbol, meciéndose como el mejor trapecista.

Según fuentes oficiales, en el Perú existen unos 5.000 osos de anteojos, pero Plenge calcula que son solo 2.000. Es por ello que en Chaparrí se da especial cuidado a estos animales. Incluso hay un programa de adopción para aquellos interesados en apoyar la conservación de esta especie.

Además de osos, Chaparrí es el hábitat de pavas aliblancas que se te pueden cruzar en el camino como si fueran dos señoras que van al mercado; y también de venados, como Juanita, una venado hembra que merodea los comedores. Incluso pueden aparecer pequeños zorros como Rufo, que ya se acostumbró a pasar de cuando en cuando por el comedor para pedir su ración de alimentos. Los guardaparques cuentan que incluso en una ocasión se asomó un puma cerca de las cabañas. Los visitantes se quedaron petrificados por una mezcla de emoción y de miedo, pero el animal salvaje se alejó sin atacar “porque no fue atacado”, explica Plenge.

Sobre el cielo de Chaparrí se puede ver volar innumerables aves destacando el cóndor, mientras que por el suelo se arrastran la boa constrictor y una que otra serpiente venenosa.

Chaparrí es un lugar con un gran magnetismo. El cerro que da el nombre a la reserva fue sagrado para los mochicas y ahora es muy respetado por los llamados chamanes. Pero sobre todo es un altar para la vida.
ÚTIL

No hay comentarios:

Publicar un comentario