El desfase entre medios y objetivos lastra los planes para volver a
la Luna
Mientras la NASA ultimaba los preparativos para hacer el primer ensayo del futuro cohete Ares I, aplazado ayer por el mal tiempo en Florida, el comité creado por Obama para revisar el programa de vuelos tripulados de Estados Unidos hizo público su informe final, nada favorable al desarrollo de este cohete y muy crítico con la escasez de fondos que sufre la exploración espacial con seres humanos. Se veía venir desde que, en agosto pasado, el comité presidido por Norman Augustine, veterano ejecutivo del sector aeroespacial, planteó ya que con el presupuesto previsto EE UU no podría volver a la Luna en 2020, como había decidido el plan de Bush, que nunca fue dotado para cumplir este objetivo.
De esta forma estalla definitivamente en la NASA una crisis larvada,
que lleva manifestándose desde que se decidió dejar de utilizar el
transbordador en 2010 sin que hubiera ningún vehículo estadounidense
para sustituirlo en los vuelos a la Estación Espacial Internacional
(ISS).
El presidente Obama no parece tener prisa en tomar
decisiones sobre el programa espacial tripulado, y, de hecho, el nuevo
director, Charles Bolden, ha dicho que le planteará el tema al
presidente para Navidad. La inacción política puede costar carísimo al
contribuyente y terminar de sembrar el caos y la desorientación en la
NASA, que no tiene más opción que seguir adelante con unos planes que
pueden ser cambiados en cualquier momento. Especialmente urgente es
decidir si se cumple el calendario del transbordador, para dejar de
volar en 2010, o se prolongan sus vuelos hasta 2011 al menos, como
sugiere el informe del comité Augustine. Miles de trabajadores de este
programa ya han sido despedidos o lo serán en breve, lo que puede hacer
inviable la continuación de los vuelos.
El Ares I, cuyo prototipo
Ares I-X se intentará lanzar hoy tras el aplazamiento de ayer, será la
versión más ligera de la nueva familia de cohetes Ares, que el anterior
director de la NASA decidió desarrollar a pesar de que existía la
posibilidad, aunque con sus propios problemas, de centrarse en los
cohetes comerciales ya existentes. Su cometido es llevar tripulación y
carga a la órbita baja terrestre, es decir, a la ISS. La versión pesada
sería la que llevaría al hombre de vuelta a la Luna, algo casi ya
descartado para esta década.
El Ares I está, pues, pendiente de un
hilo. "El comité ha encontrado que, por los problemas técnicos y
presupuestarios, el calendario del Ares I no casa con las necesidades de
la Estación Espacial", dice el informe. Expertos como John Logsdon, de
la Universidad George Washington, creen que no se va a fabricar porque
no tiene sentido: "Se pueden gastar miles de millones de dólares en
construir un cohete que no se va a utilizar mucho", declaró a Space.com.
Sin embargo, los técnicos de la NASA ven el lanzamiento del Ares I-X
(que cuesta 445 millones de dólares; unos 300 millones de euros) como un
medio de influir en el presidente Obama para que acepte los planes
vigentes. Este vehículo de ensayo consta de cuatro de los cinco
segmentos previstos, basados en el cohete de combustible sólido del
transbordador. El quinto segmento es simulado, así como la segunda etapa
del cohete y la futura cápsula Orion que irían encima.
"Los
presupuestos menguantes y las reservas inadecuadas, no sólo de dinero
sino también de tiempo y de tecnología, son la fórmula para un fracaso
casi seguro en los vuelos tripulados", dice el informe, que también
señala que la NASA está al borde del abismo, sobre todo porque no casan
los objetivos con los recursos. "O bien se encuentran fondos adicionales
o hace falta pasar a un programa mucho más modesto con poca o ninguna
actividad de exploración", señala tajantemente.
El problema
principal que no se resolvió en su momento, sino que se obvió a través
del fantasioso programa presentado por el anterior presidente, es cómo
hacer la transición de un programa espacial a otro completamente
distinto. "El comité cree que el programa del transbordador se extenderá
inevitablemente hasta el año fiscal 2011 y que existen razones
poderosas para extender la participación de EE UU en la ISS cinco años
más de lo previsto ahora, es decir, hasta 2020". Esto supone 1.100
millones y 13.700 millones de dólares (740 millones y 9.200 millones de
euros respectivamente) en el presupuesto de la NASA.
Algunas de
las conclusiones del comité son de sentido común, pero chocan con la
aprobación anual de presupuestos que sufre la NASA y que ha determinado
el grave dilema al que se enfrenta: "Los logros significativos en el
espacio necesitan un apoyo continuado durante mucho años".
Para la ciencia nunca hay dinero
ResponderEliminar