El animal, de 1,50 metros de altura y bautizado como
Inkayacu, habitó en el Perú hace unos 36 millones de años. Los
paleontólogos encontraron también plumas fosilizadas de tonos grises y
rojizos
(Foto: AP)
Washington (AP) .
Un equipo de investigadores halló restos de un pingüino de 1,50 metros
que habitaba en el Perú hace unos 36 millones de años, y también
descubrieron plumas fosilizadas que muestran que en ese entonces esta
ave no voladora estaba moteada de marrón rojizo y gris.
El informe aparece el jueves en la revista Science.
El análisis del fósil condujo a un nuevo descubrimiento sobre los
pingüinos modernos, lo que a su vez plantea interrogantes acerca de cómo
desarrollaron sus plumas para convertirse en eximios nadadores.
El ejemplar es uno de los pingüinos más grandes que hayan vivido,
aproximadamente el doble que el emperador actual. La segunda especie de
pingüinos gigantes descubierta en Perú fue denominada Inkayacu
paracasensis, Rey del agua, parte de un grupo de especies ya extinguidas
que al parecer habitaron gran parte del hemisferio sur.
HALLAZGO FORTUITO
Un golpe de suerte ayudó a los paleontólogos a hallar las plumas en la Reserva de Paracas, ubicada en el departamento de Ica, al sur de Lima. Un estudiante del equipo de excavación del Museo de Historia Natural de Lima descubrió la pata del fósil y notó que tenía escamas, evidencia de tejido blanco que rara vez se preserva.
“Nos entusiasmamos notablemente”, dijo la paleontóloga Julia Clarke,
de la Universidad de Texas en Austin, que dirigió el equipo. “Avanzando
con extrema lentitud” descubrieron las plumas fosilizadas.
En la superficie tienen la forma de las de los pingüinos modernos,
dijo Clarke, pero un examen más minucioso muestra una gran diferencia.
La forma exterior se desarrolló antes de ciertos cambios microscópicos
que pueden haber desempeñado un papel en la habilidad del animal bajo el
agua.
Los fósiles carece de pigmento. Pero en las plumas pueden haber
quedado bolsones microscópicos llamados melanosomas que en vida del
animal contenían pigmentos, y la forma de esos melanosomas corresponde a
colores diferentes. De modo que los investigadores compararon un
catálogo de melanosomas de aves vivientes con los de los fósiles.
La gran sorpresa es que los pingüinos modernos tienen grandes
melanosomas arracimados como uvas, al contrario que cualquier otra ave
conocida, mientras que los melanosomas más pequeños del pingüino gigante
extinto se parece al de las otras aves modernas, dijo Clarke.
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