Les enviaron indicaciones y ya están organizados. La prioridad es la salud física y mental.
Hasta que el día del tan esperado rescate llegue lo esencial será mantener la buena salud física y mental de los 33 mineros atrapados en la mina San José, en el norte de Chile.
En estos momentos, y
tras haberlos contactado el domingo, están atravesando una etapa de
recuperación nutricional. Aunque tienen hambre, y hasta piden cerveza,
después de tantos días sin comer el alimento que reciben y recibirán será poco y específico.
A través de un tubo de PVC con compartimentos, llamado paloma, le mandan por el canal abierto el domingo por una sonda sopas nutritivas, suplementos vitamínicos y agua con glucosa. Ayer a la noche fue abierto otro canal que servirá para que reciban oxígeno. Los 33 mineros viven desde hace 20 días en un espacio un poco mayor a 40 metros cuadrados, con una temperatura promedio de 27 grados, demasiado polvo y una humedad que literalmente cala los huesos.
Por eso, en una de las primera “palomas” que ya mandaron fueron parches para los ojos, porque todos los tienen muy irritados por el polvo. También fueron medicamentos específicos para quienes tienen enfermedades crónicas.
La segunda etapa, la de mantenimiento, comenzará en tres días. El espacio en el que ellos se mueven –además del refugio incluye una galería–, será dividido en tres.
Uno será de entretenimiento. Ahí harán actividad física específica para evitar la atrofia muscular que puede causar estar tanto tiempo en un lugar cerrado. Les mandan ejercicios específicos para estar en forma el día del rescate. Y “hasta harán yoga”, dijo uno de los encargados del operativo.
Otro sector será destinado a la comida (que será poca, para evitar la acumulación de materia fecal) y uno diferente para recolectar la basura que vayan generando.
Lo esencial será mantener las condiciones de higiene y evitar las infecciones. Como dos mineros tienen conocimientos de enfermería, harán partes médicos.
Lo que queda es decirles que el rescate puede llegar en más de 90 días. “Son hombres que saben cómo es la montaña, lo pueden intuir”, explicó ayer el ministro de Salud, Jaime Manavich. Pero hasta que los psicólogos no hablen con cada uno a través del teléfono visor, no les vean las caras y sepan que pueden soportar la noticia, no se lo dirán.
A través de un tubo de PVC con compartimentos, llamado paloma, le mandan por el canal abierto el domingo por una sonda sopas nutritivas, suplementos vitamínicos y agua con glucosa. Ayer a la noche fue abierto otro canal que servirá para que reciban oxígeno. Los 33 mineros viven desde hace 20 días en un espacio un poco mayor a 40 metros cuadrados, con una temperatura promedio de 27 grados, demasiado polvo y una humedad que literalmente cala los huesos.
Por eso, en una de las primera “palomas” que ya mandaron fueron parches para los ojos, porque todos los tienen muy irritados por el polvo. También fueron medicamentos específicos para quienes tienen enfermedades crónicas.
La segunda etapa, la de mantenimiento, comenzará en tres días. El espacio en el que ellos se mueven –además del refugio incluye una galería–, será dividido en tres.
Uno será de entretenimiento. Ahí harán actividad física específica para evitar la atrofia muscular que puede causar estar tanto tiempo en un lugar cerrado. Les mandan ejercicios específicos para estar en forma el día del rescate. Y “hasta harán yoga”, dijo uno de los encargados del operativo.
Otro sector será destinado a la comida (que será poca, para evitar la acumulación de materia fecal) y uno diferente para recolectar la basura que vayan generando.
Lo esencial será mantener las condiciones de higiene y evitar las infecciones. Como dos mineros tienen conocimientos de enfermería, harán partes médicos.
Lo que queda es decirles que el rescate puede llegar en más de 90 días. “Son hombres que saben cómo es la montaña, lo pueden intuir”, explicó ayer el ministro de Salud, Jaime Manavich. Pero hasta que los psicólogos no hablen con cada uno a través del teléfono visor, no les vean las caras y sepan que pueden soportar la noticia, no se lo dirán.
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