Sin embargo, algunos de estos mamíferos marinos fueron puestos en cautiverio para que sean vendidos a los acuarios
(Foto: AP)
Tokio (AP). Pescadores japoneses arrearon a delfines hacia la ensenada que se volvió famosa al aparecer en The Cove, documental ganador del Óscar, pero no mataron a ninguno de los mamíferos, como ocurrió durante pasadas temporadas de caza.
En momentos en los que grupos ecológicos llaman la atención sobre la
matanza anual de delfines en Japón, un funcionario del pueblo costero
de Taiji, mostrado en “The Cove”, señaló que algunos de los mamíferos
más bellos permanecieron cautivos para venderlos a acuarios, pero que el
resto fue liberado el viernes en la mañana. No quiso dar más detalles.
El grupo conservacionista Sea Shepherd
dijo que esta semana ha estado monitoreando Taiji con un pequeño grupo
de activistas, al tiempo que exhortó a la gente a que vaya a la aldea
para que los ayuden a rescatar a los delfines.
Estos mamíferos viven en grupos en el océano. Los pescadores de
Taiji los acorralan en una ensenada asustándolos con sonidos; una vez
allí, dejan con vida a algunos para los acuarios y matan al resto,
perforándolos repetidamente hasta que el agua se tiñe de rojo con la
sangre.
No se sabía el lugar en el que los activistas se apostaron el
viernes, pero es poco probable que hayan podido observar directamente
cualquier matanza, aunque sí podrían ver a los pescadores cuando
regresan al pueblo con los animales.
La impresionante descripción de la matanza en The Cove
ha motivado que se pida que la caza de delfines sea detenida. La
película, en la que aparece Ric O’Barry, ex entrenador de “Flipper”, se
ganó el premio de mejor documental en los premios Oscar de este año.
El jueves, un día después de que empezara la caza anual en Taiji,
O’Barry, de 70 años, llevó una petición a la Embajada de Estados Unidos
con 1,7 millones de firmas de personas de 155 naciones.
Residentes de Taiji alegan que la crítica que han recibido de
Occidente es injusta porque los lugareños simplemente intentan ganarse
la vida en un área en la que el terreno rocoso hace imposible la
agricultura o la ganadería.
Grupos nacionalistas argumentan que las críticas denigran la cultura japonesa.
El gobierno japonés permite la caza de unos 20.000 delfines al año,
argumentando que matarlos es lo mismo que criar vacas y cochinos para el
matadero.
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