El personaje principal de la noeva obra del escritor peruano se basa en Roger Casement, quien fue cónsul británico en el Congo belga
Madrid (EFE).
Cuatro años después de “Travesuras de la niña mala”, el escritor Mario
Vargas Llosa vuelve a las librerías el próximo 3 de noviembre con su
nueva novela, “El sueño del celta”, basada en la vida del irlandés Roger
Casement, cónsul británico en el Congo belga a principios del siglo XX y
amigo de Joseph Conrad.
Una esperada novela que publica Alfaguara
y que se distribuirá en España, Latinoamérica y el mercado español en
Estados Unidos, constituyéndose así como uno de los lanzamientos
literarios más fuertes del otoño.
“El sueño del celta” narra la peripecia vital de
este personaje que tuvo “un vida muy aventurera y realmente novela”, en
palabras del propio Vargas Llosa, que ha dedicado tres años a
reconstruir la biografía de este defensor de los derechos humanos y
diplomático británico que acabó militando activamente en la causa del
nacionalismo irlandés.
““No me acuerdo cuándo descubrí este personaje, pero sí que fue al leer una biografía de Joseph Conrad.
Al principio me despertó la curiosidad, sobre todo porque vi que había
estado en la Amazonía, en el Perú amazónico. Empecé a buscar materiales
sobre él y, cuando me quise dar cuenta, ya me había atrapado”“, explica
el autor peruano en un comunicado de la editorial.
Roger Casement (1864-1916) fue cónsul británico en el Congo belga y
dedicó dos décadas de su vida a denunciar las atrocidades del régimen de
Leopoldo II en el país africano.
Tras su actuación en el Congo, el gobierno británico le encomendó
investigar la situación de los indígenas que trabajaban en la extracción
del caucho en la Amazonía, en la región del Putumayo, zona fronteriza
entre Colombia y Perú, y fruto de este trabajo escribió dos informes
sobrecogedores donde detallaba los abusos contra los indígenas.
Además, Roger Casement viajó con Conrad por el río Congo y fue, en
palabras de Vargas Llosa, quien le abrió los ojos al autor de “El
corazón de las tinieblas” sobre lo que realmente ocurría allí, “cuando
el Congo era propiedad privada de Leopoldo II”.
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