Con la caída del Muro de Berlín
en 1989 se habló del "fin de la historia", vieja ilusión humana que
quedó hecha trizas con los atentados del 11 de septiembre de 2001 en
Estados Unidos.
La consulta a más de 29 mil personas en 27 países pone de manifiesto un fuerte rechazo al vencedor de la Guerra Fría: el capitalismo.
Sólo un 11% de los encuestados cree que el sistema está funcionando.
La gran mayoría piensa que se necesita una profunda reforma del capitalismo para que sirva como sistema económico-social.
La crítica es tal que hubo una fuerte división entre los que valoran positivamente el fin de la Unión Soviética y los que piensan que fue un hecho negativo.
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El fin de la historia
El resultado es más impactante aún si se lo compara con el discurso dominante luego de la caída del Muro de Berlín.
El historiador estadounidense Francis Fukuyama encarnó mejor que nadie aquel optimismo irrepetible.
En un artículo de investigación publicado en The National Interest, Fukuyama argumentó que, con la derrota del comunismo, la historia había llegado a su fin porque el ser humano había encontrado dos pilares permanentes sobre los que montar una sociedad: en el aspecto económico, el libre mercado, y en el político, la democracia parlamentaria.
Los participantes de la
encuesta de la BBC demuelen la otra premisa de la tesis de Fukuyama: el
libre mercado no es la vía de la felicidad social
La historia, por supuesto, continuó y hasta se podría especular que aceleró su movimiento.
De hecho, en poco más de una década, con los atentados del 11 de septiembre en 2001, la misma caída del muro resultaba irrelevante respecto a la nueva realidad global.
Los participantes de la encuesta de la BBC demuelen la otra premisa de la tesis de Fukuyama: el libre mercado no es la vía de la felicidad social.
El capitalismo "real"
Este desencanto tiene curiosos parlalelos con lo ocurrido con el marxismo.
En el siglo XIX, el socialismo y el comunismo se propusieron expresar el descontento de los sectores más postergados del capitalismo ante la miseria y la extrema desigualdad de la época.
El problema fue que la praxis concreta del comunismo en el siglo XX llevó a una dramática divergencia entre el optimismo de las consignas (el "paraíso de los trabajadores") y la realidad cotidiana de sociedades sometidas a gobiernos represivos y pesadillas burocráticas.
Esta diferencia llevó a los comentaristas de la época a distinguir entre un "socialismo real" y otro "ideal" que sólo existía en el universo platónico de los manuales de texto y las consignas.
Una diferencia similar se puede plantear actualmente entre el "capitalismo real" y el "ideal" que se difunde por un complejo proceso mediático y visual.
El paraíso del consumo feliz que impregna el discurso social tiene poco que ver con la percepción cotidiana de las mayorías.
La crisis económica mundial ha contribuido decisivamente a poner al desnudo esta discrepancia.
http://www.bbc.co.uk/mundo/internacional/2009/11/091109_muro_capitalismo_mj.shtml
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