MADRID. La creación en el laboratorio de la primera
«célula sintética» es el pistoletazo de salida para la fabricación de
microorganismos «a la carta». Bacterias diseñadas para acelerar la
producción de vacunas, fabricar nuevos biocombustibles y formas de
energía alternativas o, quizá, pensadas para comerse vertidos tan
peligrosos como el del Golfo de México.
Pero esa tecnología que permite domesticar organismos
vivos a nuestro antojo también plantea dudas inquietantes, sobre todo en
cuanto a la modificación del propio genoma humano o la creación de
nuevas armas bacteriológicas. El equipo de Craig Venter acaba de abrir
una puerta inquietante: la posibilidad de diseñar bacterias y otros
microorganismos con la misma fiabilidad con la que un ingeniero
aeronáutico diseña un Airbus.
Craig Venter, el «padre» de la nueva célula creada en el
laboratorio, lo sabe. Y, por ello, se ha apresurado a pedir que se
regule «esta tecnología tan poderosa. Al premio Príncipe de Asturias de
Investigación no le preocupa tanto el paso que él acaba de dar como lo
que vendrá en los próximos años.
«Prevenir abusos»
«Creo que las regulaciones existentes no bastan y como inventores y responsables de su desarrollo queremos ver
que se hace todo lo posible para prevenir abusos», afirmaba ayer Venter
al diario británico «The Independent».
Su propio grupo, antes de acometer sus experimentos puso
en marcha un estudio bioético. «Creo que es la primera vez que un
equipo científico lo hace», agrega.
Sobre su hazaña, Venter afirma que se trata de un «nuevo
paradigma». «Partimos de una célula viva, pero el cromosoma sintético la
transforma en una nueva célula artificial». La nueva célula ha
experimentado «más de mil millones de replicaciones» y el único ADN que
contiene es el sintético. «No hacemos las proteínas ni las células
sintéticamente, sino que es el cromosoma el que determina el proceso»,
argumenta Venter que ha recibido críticas de otros investigadores por
exagerar su avance.
Preguntado si trata de jugar a ser Dios, replica que eso
se dice cada vez que se produce un importante descubrimiento en las
ciencias, sobre todo en la biología. «La ciencia consiste en comprender
la vida e intentar utilizar ese conocimiento para la mejora de la
humanidad».
El propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ya
ha pedido consejo a sus asesores en bioética que piensen en las posibles
implicaciones. La Casa Blanca celebrará una reunión la próxima semana
para evaluar las opciones positivas y negativas del nuevo paso
científico. A Obama le preocupan los riesgos en materia de seguridad,
efectos en el medio ambiente y la salud.
Primera aplicación práctica
La primera aplicación que el científico estadounidense
tiene en mente es obtener algas limpiadoras, que capturen el dióxido de
carbono y con las que se puedan fabricar nuevos hidrocarburos. Para
este propósito trabaja con la petrolera ExxonMobil. Venter también
tiene un proyecto con el Instituto Nacional de la Salud de Estados
Unidos y el gigante farmacéutico Novartis para agilizar la fabricación
de vacunas. «La primera aplicación práctica en el mundo se podrá ver muy
pronto, quizá el próximo año», ha asegurado Craig Venter.
Puede que pronto empiece a recuperar parte de la
inversión. La creación de la bacteria sintética le ha costado a Venter
40 millones de dólares y un trabajo científico casi maratoniano durante
15 años.
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