27 septiembre 2009

El G-20 inyecta relevancia al Fondo Monetario Internacional

La cumbre de Pittsburgh otorga al FMI un importante papel fiscalizador después de la decisión adoptada en abril de cuadriplicar sus recursos financieros
 
EDRO RODRÍGUEZ. ENVIADO ESPECIAL | PITTSBURGH
Actualizado Domingo, 27-09-09 a las 21:23
Si hay alguien al que parece haberle sentado bastante bien la crisis es al Fondo Monetario Internacional. Antes de la debacle financiera, la institución multilateral con 186 miembros era objetivo favorito de toda clase de críticas sobre su mermada relevancia, cuestionada legitimidad e ineficacia demostrada en los rescates orquestados a finales de los años noventa. Además de sufrir graves problemas de financiación interna con su correspondiente ajuste de plantilla. Pero gracias al Grupo de los Veinte, la importancia, recursos y prestigio del FMI no ha hecho más que multiplicarse durante el último año de graves dificultades para la economía global.
A lo largo de las tres cumbres celebradas hasta la fecha por el G-20, el Fondo Monetario se ha beneficiado de la decisión de cuadriplicar sus recursos hasta llegar al billón de dólares. Con peticiones de seguir la pista a todos los paquetes de estímulo forzados por la crisis y detectar indicios de nuevas crisis en el horizonte. Además del implícito encargo de empezar a estudiar cuestiones como la viabilidad de un impuesto sobre las transacciones internacionales de divisas (la llamada tasa Tobin) para hacer frente a los efectos de la crisis.
Toda esta espiral de crecientes responsabilidades ha culminado en la última cumbre de Pittsburgh con la decisión del Grupo de los Veinte de transformarse a partir de ahora en el principal foro de cooperación económica global. Cambio que además de eclipsar al tradicional G-8, contempla la creación de un sistema de supervisión sobre la forma en que cada uno de los miembros del G-20 aplica las directrices económicas acordadas en común. Mecanismo que contará con la ayuda técnica del Fondo Monetario Internacional.
La transformación en Consejo de AdministraciónLa transformación del G-20 como consejo de administración de la economía mundial también va a suponer también un cambio sustancial en el reparto de poderes dentro del Fondo Monetario. En Pittsburgh, las economías más avanzadas se han comprometido a entregar un 5 % de su poder de voto en el FMI a las economías en desarrollo más importantes, objetivo que debería cumplirse en el marco de la revisión de cuotas a completar en enero del 2011.
De materializarse esta meta, las naciones en desarrollo se acercarán a una participación del 50 % en el FMI, en lugar de su actual 43 %. Este nuevo reparto más representativo de poderes hace poner en peligro el pacto no escrito pero férreo por el que la gerencia del FMI ha venido quedando reservada para un europeo mientras que la presidencia del Banco Mundial correspondía a un ciudadano de Estados Unidos.
Junto a este eventual nuevo reparto de poderes, el Fondo Monetario también ha experimentado una transformación llamativa de sus fuentes de financiación. Los llamados países BRIC -Brasil, Rusia, India y China- se han comprometido a invertir 80.000 millones de dólares para rellenar las arcas del FMI. Financiación materializada a través de la adquisición de bonos del Fondo en la que China llevará la parte de león con 50.000 millones de dólares.
El consejo ejecutivo del Fondo también ha respaldado este mes un plan para vender de forma ordenada 403,3 toneladas de oro, la octava parte de las reservas que controla la institución financiera con sede en Washington. Operación que forma parte de los planes adoptados el año pasado para diversificar las fuentes de ingresos del FMI e incrementar los créditos subvencionados a los países pobres en 17.000 millones de dólares.
El francés Strauss-Kahn, sucesor de Rodrigo Rato en las riendas del Fondo, no ha dudado en calificar la cumbre de Pittsburgh como «un gran éxito». En su opinión, pese a los indicios de una débil recuperación económica, durante los próximos dos años se necesitan todavía más de 50.000 millones de dólares en asistencia financiera para los países con menos recursos y más afectados por la crisis.

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