08 julio 2010

Mundial 2010: SIDA, la pregunta incómoda en Sudáfrica




Gabriela Torres


Enviada especial a Sudáfrica 2010

 
Durante el Mundial las campañas para prevenir el SIDA han sido escasas.

El Mundial de Fútbol 2010 está por terminar en el país con mayor número contagiados del virus VIH en el mundo. Unas 5,7 millones de personas, según la Organización Mundial de la Salud, que representa el 20% de la población de Sudáfrica.

Durante uno de los mayores eventos deportivos del planeta, cientos de miles de individuos han visitado el país africano, atraídos por el espectáculo del buen fútbol. Mientras que otros tantos miles, hombres y mujeres trabajadores sexuales, también han aterrizado en las principales ciudades de esa región en busca de una jugosa clientela.

Las autoridades sudafricanas recibieron a estos prostitutos y prostitutas con restricciones geográficas para desempeñar su trabajo, pero con escasa campaña de concientización para prevenir el SIDA. En las calles BBC Mundo ha visto muy pocos carteles que promuevan el sexo seguro.

Tampoco ocurre dentro de los estadios de fútbol, pues en el entretiempo, la Fifa emite un anuncio de las 11 enfermedades de África, entre ellas, el Sida. El segundo en que un futbolista dice "protégete", es la única referencia que se hace a la enfermedad.

Es por esto que Sisonke, un sindicato que lucha por los derechos de los trabajadores sexuales en Sudáfrica, está más activo que nunca en estos días. "Actualmente en Johannesburgo y sus alrededores operan unas 9.700 prostitutas y unos 663 prostitutos", le explica a BBC Mundo Jacob Motsamay, portavoz de la organización.

Aunque Conny, un prostituto de 40 años, considera que el número de hombres trabajando en este rubro es mucho mayor, "especialmente ahora durante el Mundial".
 
Secretismo y el boom del Mundial
Nosotros promovemos la consigna de que sin condón no hay sexo, sin condón no hay negocio

Jacob Motsamay, Sisonke

"El reto que tenemos es que hay muchos trabajadores sexuales que no quieren que se sepa a lo que se dedican", explica Motsamay, y por ello no acuden a las múltiples organizaciones que operan en Sudáfrica para ayudar a mejorar la condición de vida de quienes se dedican a la prostitución.

Este secretismo funciona como una bomba de tiempo en un país donde hay millones de contagiados del VIH. "Nosotros promovemos la consigna de que sin condón no hay sexo, sin condón no hay negocio", asegura Motsamay.

Una política que es muy difícil de cumplir para Simon, prostituto negro de 32 años. "Yo tengo un problema con eso", le dice a BBC Mundo con un hilo de voz y explica que sus clientes de raza negra rehúsan usar protección, "ellos no quieren que use condón".

Simon asegura que no se puede negar, "porque está el dinero. Necesito el dinero". 

En los zapatos de un prostituto

Si las campañas de concientización para prevenir el sida no parecen estar del lado de Simon, los altos índices de criminalidad en Sudáfrica también juegan en contra de quienes se dedican a la prostitución.
Mira a la hora que salgo a la calle, ¿quién va a hacer campaña en la noche? Los medios de comunicación son la única fuente confiable que tenemos (para promover el uso de preservativos)

Conny, trabajador sexual

"Mira a la hora que salgo a la calle, ¿quién va a hacer campaña en la noche?", interrumpe Conny. "Los medios de comunicación son la única fuente confiable que tenemos (para promover el uso de preservativos)".

Thomas Campher, experto en prostitución masculina, está de acuerdo con Conny en que es muy difícil lanzar una campaña de concientización entre los trabajadores sexuales más marginalizados.

"Ponte en los zapatos de un chico que está caminando en medio de la noche y todo lo que necesita es dinero para sobrevivir. Tú quieres acercarte para darle un condón. La necesidad de ese chico está en tus zapatos y en tu billetera, nada más", le explica a BBC Mundo.

"Uno de los motores detrás de la epidemia es la vulnerabilidad, que es mayor cuando se está en un ambiente que no es seguro", le dijo a BBC Brasil el reverendo Nelis du Toit, director de la oficina de Christian Aids de Sudáfrica. 

Cuestión de supervivencia

Esta es la cara más dura de la prostitución masculina en Johannesburgo. Trabajadores sexuales que son víctimas de abusos y que hacen sus negocios en Hillbrow, la zona más deprimidade la ciudad. Los baños y escondrijos parte trasera de las gasolineras son otros de los sitios más comunes para trabajar.
La limpieza no viene con el servicio. Vas lo haces y terminas con el negocio, éso es lo que cuenta

Conny

"La limpieza no viene con el servicio. Vas lo haces y terminas con el negocio, éso es lo que cuenta", explica Conny.

Simon, un prostituto a simple vista mucho más vulnerable, decide interrumpir a Conny para denunciar que muchas veces ha sido víctima de abusos y explotación. "Algunos de ellos me pegan, otros me secuestran por cuatro o cinco días".

La precariedad de las condiciones de trabajo de prostitutos como Simon y Conny hace que aumente el riego de contraer todo tipo de enfermedades de transmisión sexual, incluido el SIDA.

En el centro donde se encuentra la sede de Sisonke opera una clínica exclusiva para trabajadores sexuales y clientes de trabajadores sexuales. Allí acuden para hacerse las pruebas periódicas de detección del VIH.

"Uno se hace la prueba hasta que sale positivo". ¿Se puede preguntar si son positivos o negativos? Conny y Simon se negaron a responder.

"Ese tipo de preguntas no se hacen en este país", reprocha Conny. 

La otra cara de la moneda

Cuando la supervivencia no es la razón para prostituirse, la protección se convierte en una prioridad. Vesko, búlgaro ex trabajador sexual para clientas de clase alta, así lo cuenta a BBC Mundo:


"Cuando llegué a Sudáfrica me di cuenta que mis necesidades sexuales no estaban siendo bien satisfechas. Así que decidí poner un anuncio.

La respuesta fue increíble. Primero por mi acento extranjero, en segundo lugar por mi apariencia y en tercer lugar por el largo período en que puedo mantener la erección.

No te olvides que a mi también me gusta mucho el sexo, así que esto era algo que yo necesitaba. Lo que pasa es que empecé a cobrar para cubrir mis gastos de traslado (aunque cobraba en dólares y se trataba de clientas con poder adquisitivo).

Siempre trabajé de forma independiente, siempre con mujeres y usando condón. Me cuidaba mucho y me fijaba en el tipo de mujer que requería mi servicio. La seguridad primero".

-Vesko asegura que dejó la prostitución después de conseguir a una mujer que tenía "casi las mismas necesidades sexuales" que él. Trabaja en el sector de la metalurgia y no descarta un día volver a prestar sus servicios en la cama.

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