Pero, haciendo honor a su lema “Nuestro futuro, nuestra
oportunidad”, los ponentes en la cita han remarcado también que un
crecimiento económico sostenido solo será posible con una mayor
inversión en educación y un compromiso firme de luchar contra la pobreza
y promover la inclusión social.
Son aspectos fundamentales del modelo de economía social de mercado
que no deben disociarse sino funcionar de modo complementario.
En cuanto a lo primero, una encuesta in situ de Ipsos Apoyo revela
que el 96% de encuestados considera que el país está progresando, lo que
es un espaldarazo al gobierno y al ministro de Economía, pero también
una apuesta del empresariado por inversiones futuras.
El titular del MEF, Luis Carranza, también
presente en Arequipa, enfatizó la necesidad de continuar las políticas
de apertura comercial en un mercado de libre competencia, así como de
evitar regresionismos populistas y estatistas.
Las esperadas exposiciones de los patriarcas del empresariado
peruano, Alberto Benavides de la Quintana, Dionisio Romero y Mario
Brescia, trazaron la historia de la economía peruana en el último medio
siglo, con sus altas y bajas. Basados en su experiencia invocaron a no
repetir los errores del pasado y a seguir invirtiendo en el país.
Respecto del otro tema, ponentes como Enrique Iglesias, ex
presidente del BID, y Jorge Yzusqui, cabeza de
la entidad organizadora, IPAE, enfatizaron
que el desarrollo va de la mano con mejorar la competitividad y reformar
el Estado, pero también con modernizar la educación y apoyar los
esfuerzos de innovación e investigación científica y tecnológica.
La interacción de todos estos factores tiene razones prácticas, pero
también de principio. Un país con industrias boyantes requiere,
efectivamente, mejores profesionales y técnicos, con los que no contamos
hoy en número adecuado, para insertarse en el engranaje de
competitividad y productividad.
Sin embargo, eso no es todo. El desarrollo no puede medirse
simplemente en PBI, sino que exige mejorar la
calidad de vida de las mayorías integradas a ese círculo vicioso. Tienen
derecho a disfrutar de los beneficios del crecimiento, a través de una
educación de calidad, que es el principal instrumento de movilidad
social, así como mediante políticas redistributivas e inclusivas a ser
implementadas por el Estado y asumidas como compromisos ineludibles por
el empresariado.
El optimismo de esta cita arequipeña tiene ahora que aterrizar y
materializarse tanto en proyectos concretos de inversión por parte del
empresariado, como en voluntad política del gobierno para mantener la
estabilidad política y la paz social, así como dar reglas de juego
claras para la inversión. Por supuesto, junto con ello, debe dar la
debida prioridad a la educación (aumentando el presupuesto al 6%), la
inclusión y la lucha contra la pobreza. Veremos resultados en la próxima
CADE.
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