Sonaron las trompetas,
repiquetearon los tambores, se elevaron los cantos y decenas de miles de
personas tiñeron de blanco, azul y rojo este sábado la calle Broadway
del centro de Los Ángeles, Estados Unidos.
Algunos hasta bailaron al ritmo de cumbia. Sin
embargo, el propósito de la festividad fue muy serio: presionar a
Washington para que se apruebe "ya" la reforma migratoria y para
manifestarse en contra de la recientemente aprobada ley que criminaliza a
los indocumentados en Arizona.
La multitud que se reunió en Broadway y la calle
Olympic se tardó más de cuatro horas, caminando hombro con hombro por
Broadway, de seis carriles de ancho, para llegar hasta el ayuntamiento
de la ciudad.
La cantante cubana Gloria Estefan fue una de las
personalidades que alentaron la marcha, así como el alcalde angelino,
Antonio Villaraigosa, y el cardenal Roger Mahony.
"Vinimos refugiados a este país que nos dio
muchas oportunidades", dijo Estefan.
"Nos unimos con ustedes este día para que sepan
que los inmigrantes somos honestos, trabajadores, para mostrar la cara
bella que le traemos a este país, siempre respetando las leyes. Si todo
el mundo mira hacia atrás, todo el mundo es inmigrante en este país",
agregó la artista.
"Ciudad bilingüe"
Los organizadores de la marcha aseguran que la
cifra de manifestantes alcanzó los 250.000, los funcionarios locales de
seguridad pública dijeron que asistieron entre 40.000 y 60.000, pero la
policía de Los Ángeles se abstuvo de ofrecer un estimado oficial.
Ante los ojos de Dios, todos son legales
Roger Mahony, arzobispo
de Los Ángeles
Lo cierto es que la calle se bañó del blanco de
las camisetas que portaban los manifestantes y el cielo se copó de las
incontables banderas de Estados Unidos que eran ondeadas.
Fueron muchos los eslóganes que se escuchaban
desde los altoparlantes hasta las aceras, pero hubo uno que dominó la
concentración: "¡Sí se puede!", para recordarle al presidente, Barack
Obama, su promesa de campaña de impulsar la reforma que permita a
millones de indocumentados regularizar su situación migratoria.
En el transcurso de la protesta fueron lanzadas
al aire decenas de palomas, como símbolo "del mensaje que queremos
enviar al presidente Obama", dijo uno de los numerosos activistas que
hablaron durante el acto.
El alcalde Villaraigosa declaró a Los Ángeles
una "ciudad bilingüe" y expresó su fuerte apoyo a una reforma
migratoria.
Por su parte, el obispo Mahony dijo que "ante
los ojos de Dios, todos son legales".
"¡Ahora!"
El ambiente fue predominantemente latino y el
español fue el idioma que se habló durante la mayor parte de la
protesta.
Pero entre los activistas que tomaron la palabra
desde el escenario principal, situado en Broadway y la calle Temple,
figuraron líderes de la comunidad negra, coreana, china y filipina,
entre otros.
La legisladora Judy Chu, coautora junto a Luis
Gutiérrez de un proyecto de reforma migratoria en la Cámara de
Representantes, dijo sentirse inspirada ante la imagen de "100.000
personas todas levantado sus voces para decir: 'Queremos una reforma
migratoria y la queremos ahora'".
A pesar de la multitud, no se registraron
incidentes de violencia. La policía de Los Ángeles informó que dos
personas fueron arrestadas, una acusada de vandalismo y la otra por
"intoxicación".
Cerca de las 3 de la tarde empezó a dispersarse
el inmenso grupo. En algunas esquinas vendedores ambulantes ofrecían
perros calientes, con un sabor fortalecido por ajíes, jalapeños y pico
de gallo.
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