Son pocos los gobernantes que
dejan el poder con un porcentaje de aprobación superior al 80%. Luiz
Inácio Lula da Silva es uno de ellos. Este sábado le traspasa el mando a
su sucesora y aliada Dilma Rouseff, tras ocho años en la presidencia de
Brasil.
Nació en una familia analfabeta, fue vendedor de maní, lustrador de zapatos y apenas a los diez años aprendió a leer. Más tarde fue obrero metalúrgico, perdiendo el dedo meñique de la mano izquierda en un accidente. Con el paso de los años se hizo líder sindical y fundó el Partido de los Trabajadores (PT), la mayor colectividad política en la historia del país latinoamericano.
Con esas credenciales, se ganó el respeto de líderes como Barack Obama, quien un día refiriéndose a Lula dijo: "Me encanta este hombre". O el del ex primer ministro británico Tony Blair, quien lo calificó como "uno de los más excepcionales líderes de la era moderna".
Con todo, algunos expertos dicen que el auge económico de Brasil fue más bien una herencia del mandatario anterior, Fernando Henrique Cardoso. Y otro argumento presente en los debates es que los programas sociales no han remecido los problemas estructurales de desigualdad.
Pero si hay algo en lo que quizás todos están de acuerdo es que este hombre ya tiene reservado un lugar en la historia de Brasil.
La pobreza en Brasil
Expertos coinciden en que la popularidad de Lula en el frente interno se debe a los beneficios que han generado los programas sociales.
Y el programa "Bolsa Familia", una de las iniciativas clave del gobierno, está beneficiando a 12,7 millones de hogares.
"Ahora puedo comprar medicinas y aunque gano el salario mínimo (US$295) he podido comprar un computador y una lavadora", le dijo a la BBC Evandra, una pobladora de Olinda, en Pernambuco.
Organismos internacionales han celebrado las buenas noticias, aunque en Brasil han surgido voces escépticas que ponen en cuestión la metodología que se utiliza para medir la pobreza.
Otros resultados que muchos de los votantes consideran un éxito son los 14 millones de empleos fijos que se crearon en los años de Lula y el aumento de la clase media.
Narcotráfico y violencia
Pese a los esfuerzos desplegados, el narcotráfico y la violencia en las favelas (barrios marginales) siguen siendo uno de los puntos más débiles en un país que se ha planteado llegar al 2014 "sin miseria".
Y Río de Janeiro sigue en los primeros lugares del ranking de ciudades más violentas de América Latina.
Hacia fines de 2010, estallaron nuevos enfrentamientos callejeros en Río entre jóvenes narcotraficantes y el Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), dejando un saldo de decenas de muertos y heridos.
Los altos niveles de criminalidad y los efectos del narcotráfico en la sociedad brasileña son dos elementos que seguirán causando estragos y que estarán presentes en los preparativos del país que albergará el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
El despegue económico
Aunque todavía no están listos los datos finales, expertos han estimado que la economía brasileña creció en 2010 cerca de un 7.5% y generó más de dos millones de puestos de trabajo, a lo que se suma una tasa de desempleo mucho más baja que la de Estados Unidos o Alemania.
Y preocupa un factor que afecta tanto el presente como el futuro: el problema de la educación, ubicada entre los peores lugares en los índices internacionales de calidad.
Líderes empresariales aseguran que no hay suficientes trabajadores calificados y que la industria manufacturera disminuyó del 25% al 15% del Producto Interno Bruto (PIB).
"Tenemos grandes problemas en la producción interna. Es muy difícil exportar desde Brasil y con las altas tasas de interés es difícil competir", le dijo a la BBC Paulo Froncini, de la Federación de Industrias de Sao Paulo.
No obstante, a nivel internacional, Brasil se ha convertido en una de las mayores economías emergentes junto a Rusia, India y China (los llamados BRICs).
Y lo que tiene esperanzados a muchos brasileños es que el país ha descubierto nuevas reservas de petróleo que anticipan un potencial aumento de la riqueza. Como dijo Lula, "un regalo de Dios".
Liderazgo internacional
El carisma y el estilo personalista de la política exterior de Lula, al parecer han contribuido a una mejor posición de Brasil en el escenario internacional, según especialistas entrevistados por BBC Brasil.
"La contribución del presidente Lula en la proyección internacional del país es innegable. En cuanto a la imagen, mejoramos, pero eso no es todo en la diplomacia", le dijo a la BBC Rubens Ricupero, ex secretario general de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) y actualmente director de la Facultad de Economía de la Fundación Armando Alvares Penteado.
Ricupero cree que uno de los aspectos negativos del gobierno de Lula fue su intervención en negociaciones con Irán y la percepción del mandatario como cercano al presidente Mahmoud Ahmadinejad, algo que generó duras críticas tanto en casa como en el extranjero.
"El exceso de personalismo, el deseo de victoria a cualquier precio es peligroso. El resultado con Irán fue desastroso", señala Ricupero.
"Izquierda responsable"
Muchos dicen que Lula fue hábil a la hora de manejar las relaciones con países tan antagónicos como Venezuela o EE.UU. y que aplacó los temores de los inversionistas cuando vieron que un socialista llegaba al poder.
"Un cambio crucial fue demostrar que la izquierda en Brasil es responsable y moderna, que no es revolucionaria, que no es como la izquierda de Cuba o la de Venezuela", dijo Gustavo Franco, gobernador del Banco Central en el gobierno previo de Fernando Henrique Cardoso.
¿Y a dónde se va Lula cuando entregue la presidencia de Brasil? Nadie lo sabe, aunque quizás regrese por algún tiempo a su departamento de San Bernardo do Campo en el interior de Sao Paulo. Hasta que suene el teléfono y, probablemente, le ofrezcan un trabajo en algún organismo internacional.
BRASIL
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