Durante la Revolución Francesa, el monarca fue decapitado cuando sus restos descansaban en la Basílica de Saint Denis cercana a París
Londres (AP). Después de nueve meses de pruebas, los investigadores franceses identificaron la cabeza del rey Enrique IV, que fue asesinado en 1610 a los 57 años.
Los exámenes científicos permitieron identificar la cabeza
embalsamada del monarca, que pasó de una a otra colección privada desde
que desapareció durante la Revolución Francesa en 1793.
Los resultados de la investigación fueron publicados hoy en la revista médica BMJ.
EL ESTUDIO
Enrique IV fue enterrado en la Basílica de Saint Denis cerca de París, pero durante el frenesí de la Revolución Francesa las tumbas reales fueron excavadas y los revolucionarios decapitaron al monarca. La cabeza desapareció.
“Este caso fue considerado con la misma seriedad que si fuese un
caso forense reciente”, dijo Philippe Charlier, experto forense del
Hospital Universitario R. Poincaré en Garches, Francia, que dirigió la
investigación.
Charlier y 19 colegas efectuaron una batería de exámenes a la cabeza.
A Enrique IV",
uno de los monarcas más venerados en Francia, se acredita haber
convenido la paz entre católicos y protestantes, impulsar la economía
francesa y embellecer la ciudad con mojones como el Pont Neuf y la Place
des Vosgues. Fue el primero de los borbones y abuelo de Luis XIV.
LA CABEZA ES AUTÉNTICA
En el examen de la cabeza, los investigadores hallaron características halladas en los retratos del rey, incluso la señal de una lesión sobre el orificio nasal derecho. También hallaron la cicatriz de una fractura ósea sobre la mandíbula superior izquierda, que condice con una herida de puñal que el monarca sufrió durante un intento de asesinato en 1594.
Los exámenes de radiocarbono confirmaron que la cabeza databa del
siglo XVII. Charlier y sus colegas también compararon la cabeza
embalsamada con el informe de una autopsia que describe el proceso
particular de embalsamado utilizado para los reyes franceses, escrito
por el cirujano real. También se apeló a expertos en aromas para
identificar las sustancias específicas que se colocaban en la boca para
ocultar olores desagradables.
Los investigadores franceses crearon una reconstrucción facial
digital y practicaron tomografías computarizadas que revelaron que el
cráneo coincidía con todos los retratos conocidos del Enrique IV y el
molde de yeso que se hizo de su rostro poco antes de su muerte.
Frank Ruehli, de la Universidad de Zurich, dijo que la investigación
era confiable pero que habría sido más convincente si los científicos
franceses hubiesen hallado muestras de ADN. Rhehli no participó en la
investigación.
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