En entrevista con BBC Mundo, Vargas Llosa explicó cómo altera el Nobel los días de un escritor consagrado citando a su colega húngaro, Imre Kertész, quien fue galardonado en 2002.
"Un año después de haber recibido el premio Nobel le preguntaron cuál había sido su experiencia y dijo una fórmula que me parece que es muy exacta: felicidad y destrucción, y eso de destrucción yo lo he vivido en carne propia, porque lo que es mi vida acostumbrada, que está muy centrada sobre mi trabajo, voló en pedazos".
De las metáforas a los hechos, ya inmerso en los compromisos de la semana del Nobel, Vargas Llosa se cayó de una silla, se quedó afónico, se recuperó a tiempo para dar su emotivo discurso de agradecimiento, y lloró e hizo llorar a toda su familia.
Pero antes, desde Madrid, la voz del novelista llega amable y vivaz. Su vida se ha visto completamente ocupada por el Nobel, "no se imagina hasta qué punto", dice.
Aunque incluso en la queja por este nuevo vértigo se intuye la satisfacción por un premio que reconoce, a los 74 años, su trabajo como narrador.
"No me imaginaba la repercusión mediática que tenía el premio. Sabía que había una enorme curiosidad, porque hay muchísima publicidad en torno, pero la verdad es que la realidad ha superado todo lo que yo podía sospechar al respecto", le dice a BBC Mundo el autor de "Conversación en la Catedral".
A través del teléfono, suspira y dice "tengo la esperanza de que a partir del 10 de diciembre, una vez terminada la ceremonia de entrega del premio, ya toda esta curiosidad mediática desaparecerá y volveré a mi trabajo acostumbrado".
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La literatura, un fuego vivo
"Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola", dijo el Nobel en su discurso.
Y entre estas palabras y aquellas tituladas "La literatura es fuego", con las que recibió el premio Rómulo Gallegos en 1967 por su novela "La casa verde", han pasado muchas cosas y más de 40 años.
¿Seguirá pensando el escritor que la literatura es fuego?
"Sí, sin ninguna duda", dice el autor de "La guerra del fin del mundo", "yo creo que la literatura es un mecanismo gracias al cual los seres humanos no sólo enriquecemos nuestra experiencia, vivimos otras vidas, viajamos en el tiempo, en el espacio, penetramos en culturas, lenguas, tradiciones distintas a las nuestras, sino que también despierta el espíritu crítico de los lectores, los hace mucho más sensibles a lo que son las deficiencias del mundo en el que viven, y al mismo tiempo despierta en ellos deseos, anhelos, apetitos, y eso es para mí un motor del cambio, del progreso histórico".
Lectura, ficción y fuego… Y un premio Nobel que enorgullece a los peruanos y que se suma a una larguísima lista de reconocimentos literarios que empezó a construirse muy pronto en su carrera.
"Dicen que uno recuerda siempre el primer premio como el más emocionante, yo lo recibí cuando estaba todavía en el colegio, en la secundaria, con una obrita de teatro que se llamó 'La huida del Inca', que escribí cuando tenía 14 o 15 años, y que ganó el segundo premio en un concurso de teatro infantil en el Perú", le cuenta Vargas Llosa a BBC Mundo.
Libertad y compromiso
Pero si hay algo que distinguía a los escritores del boom era el compromiso.
"Mi impresión es que los escritores de las nuevas generaciones, con algunas excepciones, desde luego, están mucho menos interesados en los temas políticos, sociales, que los escritores de las generaciones pasadas", le dice Vargas Llosa a BBC Mundo.
"Es verdad que hoy día hay muchas menos dictaduras que en el pasado, en muchos países mal que mal se han establecido sistemas democráticos, aunque sean imperfectos", analiza el novelista, "y eso, me parece, ha desmovilizado políticamente a muchos escritores y a la literatura en general".
Buena parte de mi obra tiene que ver con el poder, la manera como el poder en ciertas circunstancias se desorbita, se excede, y se convierte en una fuerza terriblemente destructiva
Mario Vargas LLosa
Y en Estocolmo, el Nobel recuerda en su discurso el "difícil tránsito" del marxismo de su juventud a los ideales de la democracia liberal que hoy defiende.
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Cuando el poder se "desorbita"
Pero, ¿qué opina el autor sobre esta apreciación de su obra?
"La fórmula que ha empleado la Academia a mí me ha gustado mucho", cuenta, "yo creo que es verdad que una parte, no toda, pero una buena parte de mi obra tiene que ver con el poder, la manera como el poder en ciertas circunstancias se desorbita, se excede, y se convierte en una fuerza terriblemente destructiva y corruptora para una sociedad".
Y es entonces cuando muchos personajes de sus libros, esos "individuos rebeldes", crecen "desde el punto de vista moral, desde el punto de vista político, enfrentándose al poder", comenta Vargas Llosa a BBC Mundo.
Del fuego literario al frío de Estocolmo, las celebraciones continúan para el Nobel.
Y acompañado de la afectuosa comitiva de familiares y amigos, Vargas Llosa se conmueve, festeja y espera que pase el torbellino feliz y "destructor".
CULTURA
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