10 enero 2010

Aceptado, sufrido y gozado

El grado de inversión otorgado por Moody’s al Perú.

El grado de inversión otorgado por Moody’s al Perú llegó como regalo de final de un año que empezó con nerviosismo por la incertidumbre derivada de la crisis internacional, y que terminó con seguridad por la constatación de la solidez de la economía peruana frente al embate de un fenómeno del que no solo salimos bien parados sino mucho mejor que la mayoría de países de la región.

Es precisamente por esa capacidad de absorción de la embestida externa que Moody’s le otorgó al Perú este grado de inversión que, junto con evaluaciones similares concedidas antes por Standard & Poor’s y Fitch, coloca a la economía peruana como una de las más atractivas de América Latina.

Las tres principales calificadoras coinciden ahora en que es muy baja la posibilidad de que el Perú incumpla sus obligaciones financieras. Esto implica el abaratamiento de los créditos que tome el gobierno y las empresas que operan en el país, lo cual favorece la inversión, un factor que es indispensable para el crecimiento del país y el progreso de sus ciudadanos.

Al mismo tiempo, esta calificación tiene el efecto menos visible, pero sin duda trascendente, de amarrar al gobierno –al actual y a los que vengan– a tener que manejarse con cuidado para no perder lo avanzado pues, así como se consigue el grado de inversión, también se lo puede perder si se mete la pata. México, por ejemplo, perdió posiciones en la última revisión.

Todo esto es, sin duda, una muy buena noticia y un premio no solo para los gobiernos de las últimas dos décadas –pocas veces el Perú ha sido tan consistente en la aplicación de la misma política económica durante tanto tiempo– sino para la población que mal que bien la ha aceptado, sufrido y gozado.

Pero siendo todo esto una señal de que el Perú va por buen camino, no puede ser, en modo alguno, motivo para la autocomplacencia, sino para redoblar el esfuerzo pendiente con el fin de avanzar hacia el objetivo más relevante del país, el cual no es otro que la mejora de la calidad de vida del ciudadano.

La reducción de la pobreza de los últimos años es muy importante, pero no deja de ser escandaloso que más de un tercio de la población peruana siga viviendo en ese estado.

Este problema constituye el principal desafío nacional. Su corrección no solo requiere seguir creciendo y mejorando la calificación de riesgo, sino la reforma de las instituciones básicas vinculadas a la oferta de servicios públicos esenciales –educación, salud, seguridad y justicia–, el incremento y mejora de la infraestructura, la superación de las debilidades de la gestión pública, y la elevación notoria de la competitividad peruana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario